A Erick lo mataron "sus amigos": A casi 10 años del crimen uno de sus asesinos sigue libre y nadie hace nada

Alejandra Jiménez 23 diciembre, 2024

Ericka, mamá de la víctima, ha solicitado a la Fiscalía del Estado de México que reabra el caso y gire una nueva orden de aprehensión contra Roberto Carlos, quien consiguió evadir a la justicia

 ©Especial - Ericka Ruiz Mata, ha solicitado a la Fiscalía mexiquense que el caso se reabra y se gire una nueva orden de aprehensión en contra de Roberto Carlos “N”.

Erick Antonio Ruiz Mata solo tenía 17 años cuando fue asesinado por quienes decían ser sus amigos. Nueve años después de este trágico suceso, Ericka Ruiz Mata, madre de la víctima, sigue exigiendo justicia para su hijo, pues aunque hay una sentencia a su favor y un detenido, uno de los dos asesinos, Roberto Carlos, continúa evadiendo a la justicia.
Ha transcurrido casi una década de dolor y Ericka no descansa, no duerme, no vive, pues para ella, la justicia no ha llegado, ya que uno de los dos asesinos de su hijo goza de libertad.

El día que todo cambió

Ericka recuerda ese fatídico día en que vio por última vez a su hijo mayor, de quien recuerda que era un joven noble, estudioso y lleno de sueños, y cuya vida fue truncada abruptamente. El 10 de abril de 2016, Erick Antonio fue a jugar futbol con sus amigos a Lago de Guadalupe, en Cuautitlán Izcalli; sin embargo, las horas transcurrieron, la noche cayó y Erick no regresó.

“Era ya tarde y Erick no regresaba, entonces le dije a mi mamá que me acompañara a buscarlo. Salimos y nos encontramos en el parque con Roberto Carlos; le pregunté por Erick y me dijo que no lo había visto”.

Tras indagar un poco más, Ericka llegó a la casa de Eduardo, quien entonces tenía 34 años. “Yo no pensaba que el joven Eduardo era mucho mayor que mi hijo. Él se asoma y me dice: ‘Perdón por no salir a atenderla hasta afuera, ¿en qué le puedo ayudar?’. Le pregunté por mi hijo y me contestó: ‘Sí, nos lo llevamos, pero como nos agarró la patrulla, él se echó a correr entre los puestos y ya no supimos nada de él’”.

Eran la una de la mañana. Ericka continuó su búsqueda, solo acompañada de su mamá. Acudió al lugar donde fue visto por última vez con vida. “Me meto a la laguna, un lugar solo, me bajo y le empiezo a buscar… No me contestó porque ellos ya lo habían matado”.

Éricka recuerda cómo desde el inicio de su travesía fue víctima del desinterés y negligencia de las autoridades, pues esa primera noche se acercó a una patrulla municipal para pedir apoyo, y la respuesta fue una amenaza: “Mire, mejor váyase a dormir si no quiere que la remita”, le contestó el policía de Cuautitlán Izcalli.

Los ojos de Éricka se llenan de lágrimas de dolor e impotencia cuando recuerda su infructuosa búsqueda en ese momento.

“Nos volvimos a regresar al Ministerio Público y me indicaron que no habían detenido a nadie con las características de mi hijo”. Al día siguiente regresó a la laguna, pero esta vez acompañada de vecinos, quienes continuaron buscando cualquier indicio de Erick.

En el C4 recibieron la fotografía de su hijo y le aconsejaron acudir al Ministerio Público de Cuautitlán a levantar una ficha por la desaparición de Erick. “Muy déspota me dijo: ‘A lo mejor se fue con su novia. Es que nunca falta a dormir, él siempre llega a su casa’”, recordó.

En el MP “nunca lo subió a la Alerta Amber, solo me dio un boletín para que me tranquilizara”, recuerda.

En el cuarto día de su búsqueda, Ericka recibió una llamada de Sol Berenice Salgado, comisionada de Búsqueda de Personas del Estado de México (COBUPEM), y acordaron reunirse al día siguiente.“Ella llevó al amigo de mi hijo para que le dijera dónde lo había visto por última vez. Él ya iba a decir casi que lo habían matado, pero su mamá lo calló”.

Éricka no desfalleció en su búsqueda. Acudió a noticiarios y cerró vialidades del municipio exigiendo apoyo para encontrar a su hijo.

“No dejábamos de buscar en el lago. Mi mamá y yo nos íbamos al Ministerio Público, al Semefo, a todos los lugares donde creíamos que él estaba. Nosotros caminamos todo lo que tuvimos que caminar porque no tuvimos apoyo del gobierno”.

El horror de la verdad

Ese sábado estuvimos en el lago. Mi mamá es como vidente y se acostó en el pasto y empezó a gritar: ‘Ahí está mi niño, ahí está mi niño’. Escuché cómo un MP dijo: ‘Pobre loca, el dolor la está volviendo loca’. Al momento de bajarme, salió el cuerpo de mi hijo. ‘Igualito como si estuviera nadando’”.

La necropsia arrojó que Erick murió por asfixia por estrangulamiento. “A mi hijo lo torturaron, tenía golpes en su cuerpo y cabeza, sangre en su corazón; tardó 30 minutos en morir”.

Ericka se rompe cuando rememora el peor momento que una madre podría vivir: ver a su hijo muerto, luego de la necropsia que exigió para poder esclarecer el asesinato.

“Cuando yo entré a ver a mi hijo, mi hijo ya no era mi hijo. Lo habían partido en cuatro partes por la necropsia. Yo le juré que iba a hacer justicia y que iba a agarrar hasta al último asesino, pero ahora le fallé porque no agarraron a uno de ellos”.

“Mi vida se acabó. Mucha gente va a celebrar la Navidad; yo no voy a celebrar. Para mí, todos los días son iguales”, dice Ericka ahogando el llanto y exigiendo justicia.

Eduardo Linares Olivares tenía 35 años cuando asesinó a Erick. Y Roberto Carlos “N” tenía 17, pero a él nunca lo detuvieron y, al cumplir la mayoría de edad, la orden de aprehensión en su contra expiró.

Roberto Carlos huyo junto con su familia el día en que el cuerpo de Erick apareció. Jamás pudieron detenerlo. “Los policías de investigación decían que cada vez que ellos estaban cerca de él, alguien le avisaba y él lograba escapar. Ya no pueden hacer nada. Él mató a mi hijo y anda muy tranquilo. Es fácil decir: ‘Disculpe señora por no haber podido agarrar al otro asesino de su hijo’. A ellos se les hace fácil, a mí no. Yo estoy muerta en vida”.

Impunidad y amenazas

Si bien Eduardo está en prisión, eso no tranquiliza a Ericka, pues es víctima de acoso y agresiones por parte de la familia de quien asesinó a su hijo. Incluso, han tratado de secuestrar a su hija menor. Si bien ha tratado de poner freno, las autoridades no han hecho tampoco nada al respecto “¿Qué necesitan, que me maten una hija u otro hijo?  

“Me dicen: ‘Maldita, tienes preso a un inocente’. Eduardo se hizo pasar por inimputable. De hecho, fue la primera audiencia inimputable del Estado de México. ‘Dicen que él no tiene la mentalidad de una persona adulta, que él tiene la mentalidad de un niño de cinco años’. ¿Cómo va a ser eso, si él traía perros de pelea, era luchador profesional?”

Un llamado a la justicia

Ericka Ruiz Mata, ha solicitado a la Fiscalía mexiquense que el caso se reabra y se gire una nueva orden de aprehensión en contra de Roberto Carlos “N”.

“Roberto Carlos venía a mi casa, decía querer a mi hijo como un hermano. No se vale, va a seguir matando jóvenes porque el gobierno no hizo nada”.

“Mi vida cambió, me he puesto muy mal de los nervios, estoy mal. La Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas me dice que yo ya deje de ser víctima porque ya se cerró el caso de mi hijo. Me violaron todos mis derechos”.

Hoy, Ericka pertenece a la asociación Porque Amamos a Nuestros Hijos. Se ha vuelto activista y trata de apoyar a madres que atraviesan una situación difícil, como la que ella enfrentó. Cada día es una lucha por mantenerse en pie. “La gente celebra la Navidad, pero para mí todos los días son iguales. Mi vida se acabó el día que mataron a mi hijo”.

A pesar de su dolor, su compromiso con la justicia y su amor por Erick la impulsan a seguir adelante, esperando que su caso sea una advertencia y un recordatorio de que la vida de ninguna persona debe ser tomada a la ligera.