Voces del dolor: frustración y enojo de las madres buscadoras tras el acceso al Rancho Izaguirre
El recorrido al supuesto campo de adiestramiento en Teuchitlán terminó en protestas y maltrato a las víctimas
La desesperación y la falta de respuestas llevaron a los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas a tomar acciones directas. Este jueves 20 de marzo, tras horas de espera y acusaciones de mala organización por parte de las autoridades, las madres buscadoras irrumpieron en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco. El predio, investigado por su presunta función como campo de entrenamiento y exterminio del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), ha sido un punto clave en la crisis de desapariciones en la región.
Desde temprano, colectivos de búsqueda llegaron al lugar con la esperanza de ingresar y supervisar los trabajos forenses. Sin embargo, las autoridades les negaron el acceso, a pesar de que previamente se había anunciado que serían trasladadas en camionetas de la Fiscalía de Jalisco. El incumplimiento de esta promesa desató la indignación y el hartazgo. Cansadas de esperar bajo el sol, con sed y agotamiento, las madres buscadoras decidieron avanzar por su cuenta.
Al grito de "¡Hijo, escucha, esta es tu lucha!" y "Queremos entrar", los colectivos rompieron el cerco de seguridad e ingresaron al rancho, exigiendo respuestas y acceso a la evidencia recolectada. Su objetivo era claro: encontrar pistas que los acercaran a sus seres queridos desaparecidos.
Indignación ante la falta de evidencias
Las madres esperaban hallar indicios de sus familiares, pero la escena que encontraron solo aumentó su frustración. "Esto es un museo, se llevaron todo, no hay nada", expresó una de ellas con impotencia. Otra confirmó la desaparición de posibles pruebas: "No hay nada, no hay prendas, no hay zapatos, se desaparecieron".
La sensación de vacío y desesperanza fue compartida por todas. "Para nosotros esta es una agonía, estamos muertos en vida", afirmó una madre que sigue buscando a su hijo. Pese a ello, su determinación sigue intacta: "No busco culpables, solo quiero encontrar a mi hijo".
Al inspeccionar el suelo del predio, algunas buscadoras encontraron anomalías en la tierra. "Mira, ven, tócale aquí, mira cómo suena, está hueco", señaló una de ellas, evidenciando que aún quedan muchas dudas sobre lo ocurrido en el sitio.
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Denuncias de desorganización y llamado a preservar evidencias
La jornada estuvo marcada por el enojo no solo de las madres, sino también de periodistas y activistas presentes en el recorrido. La periodista Marcela Turati calificó la visita encabezada por el fiscal Alejandro Gertz Manero como "una exhibición de desprecio, crueldad y maltrato a las víctimas". Por su parte, Sandra Romandía Vega lamentó la falta de hallazgos: "Enojo y frustración entre madres buscadoras en la visita al Rancho Izaguirre, pues tenían la esperanza de hallar indicios y encontraron todo barrido".
Ante la situación, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió un llamado a garantizar la integridad de las búsquedas y las investigaciones en Teuchitlán. "Exhortamos a autoridades, así como a las distintas organizaciones de la sociedad, colectivos de madres buscadoras y medios de comunicación, a privilegiar el cuidado y preservación de las acciones de búsqueda y las investigaciones ministeriales", señaló el organismo.
Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum destacó que antes la desaparición forzada era cometida por el Estado y lamentó que, en el caso Teuchitlán, "periodistas experimentados hayan hecho conclusiones a partir de una foto". Asimismo, pidió a los comunicadores que acudieron al Rancho Izaguirre que difundan lo que vieron con responsabilidad.
La irrupción de las madres buscadoras en el Rancho Izaguirre es un reflejo de la crisis forense y de desapariciones en México. Ante la falta de respuestas por parte de las autoridades, los colectivos continúan su lucha, exigiendo justicia y verdad. Para ellas, cada minuto sin respuestas es una condena interminable, una herida que no cicatriza y que las impulsa a seguir buscando, sin descanso, a quienes les arrebataron.
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