Unas cintas revelan misterio de la Primera Guerra Mundial un siglo después
La historia también muestra el último acto de amistad de dos soldados
El 2 de noviembre de 1918, pocos días antes de que la Primera Guerra Mundial llegara a su fin, el marine estadounidense Foster Stevens perdió la vida en un campo de batalla en Francia. Su familia, devastada por la tragedia, nunca conoció los detalles de su muerte. Durante un siglo, esa ausencia de respuestas dejó un vacío que se transmitió de generación en generación. Hoy, gracias a un inesperado descubrimiento, ese misterio ha sido finalmente resuelto.
Las memorias grabadas de James Scarbrough, camarada y mejor amigo de Stevens en el frente, han desvelado lo que ocurrió aquel fatídico día. Estas grabaciones, conservadas por el nieto de Scarbrough, no solo proporcionan una explicación detallada de los últimos momentos de Stevens, sino que también rinden homenaje a una amistad forjada en las trincheras.
Foster Stevens y James Scarbrough se conocieron en 1918, en pleno conflicto bélico. Ambos formaban parte de la 83ª Compañía del 6º Regimiento de Marines y compartieron algunas de las batallas más cruentas de la guerra, como la de Belleau Wood y la ofensiva en Soissons. En esas circunstancias extremas, su relación pasó de ser la de simples compañeros a la de hermanos en armas.
“Éramos como dos gotas de agua”, contó Scarbrough décadas después a su nieto, acorde con un artículo de The Washington Post. Provenientes del sur de Estados Unidos, compartían una pasión por la caza, la pesca y el espíritu independiente. Su conexión era tan fuerte que, en palabras de Scarbrough, cada uno sabía que el otro siempre estaría allí para cuidarlo.
La madrugada del 2 de noviembre de 1918, durante la ofensiva de Meuse-Argonne, los Marines avanzaron hacia posiciones alemanas. Scarbrough y Stevens se encontraban en trincheras cercanas, pero un cambio de última hora en las órdenes los separó momentáneamente.
Cuando comenzó el bombardeo enemigo, una granada impactó cerca del lugar donde Stevens estaba apostado. Scarbrough, al asomarse para buscar a su amigo, lo encontró tendido en el suelo con heridas mortales. “Fue la cosa más triste que vi en toda la guerra”, confesó años después.
Esa noche, desobedeciendo las órdenes de su unidad, Scarbrough regresó al lugar donde yacía el cuerpo de Stevens. Con una pala improvisada, cavó una tumba y enterró a su amigo. “Fue la noche más larga de la guerra para mí”, recordó.
Tras regresar a casa, Scarbrough, como muchos veteranos, evitó hablar de la guerra. Sin embargo, en los años 80, durante una conversación con su nieto Byron, comenzó a relatar sus experiencias. Estos recuerdos fueron grabados en cintas que detallaban no solo los horrores de la guerra, sino también la profunda amistad que lo unía a Stevens.
Byron Scarbrough, consciente de la importancia de esas memorias, las preservó cuidadosamente. Décadas después, al leer un artículo sobre Stevens publicado por uno de sus descendientes, Byron decidió contactar a la familia y compartir la historia.
Para los familiares de Foster Stevens, recibir los detalles de su muerte fue un regalo inesperado. Durante generaciones, lo único que sabían sobre él era que había caído en combate nueve días antes del armisticio. Saber que no murió solo y que su mejor amigo cuidó de él en sus últimos momentos les proporcionó una paz que llevaban un siglo buscando.
Aunque la guerra separó a Foster Stevens y James Scarbrough, su amistad sobrevivió al tiempo y a la distancia, uniendo a sus descendientes en un relato de valentía, lealtad y humanidad.
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— Guillermo Ortega Ruiz (@GOrtegaRuiz) November 18, 2024