Trump remodela la Casa Blanca a su gusto: lujo, donantes y controversia: FOTOS

Estefanía Arreola 18 octubre, 2025

A nueve meses de regresar al poder, Trump convierte la Casa Blanca en un monumento a sí mismo

Donald Trump
 ©Efe - Donald Trump decide crear su propio imperio dentro de la Casa Blanca.

Donald Trump ha vuelto a hacer de la Casa Blanca su proyecto personal. Nueve meses después de regresar al poder, el republicano ha emprendido una serie de remodelaciones que, entre el mármol, los adornos dorados y los donantes millonarios, han convertido la residencia presidencial en una extensión de su marca política y estética.

El presidente se autodenomina el “constructor en jefe”. Desde reemplazar baños que “no le gustan” hasta rediseñar el histórico Jardín de las Rosas o planear la construcción de un Arco del Triunfo en Washington, Trump insiste en que busca “embellecer” el corazón del poder estadounidense.

“Siempre he sido un constructor, y ahora estoy construyendo una nación que es respetada nuevamente”, dijo esta semana durante una cena en la Casa Blanca con un grupo selecto de magnates que financiarán, con más de 200 millones de dólares, un nuevo salón de baile que el mandatario quiere inaugurar en el 250 aniversario de la fundación del país.

Lujo dorado y donantes con acceso directo

Las remodelaciones de Trump no solo reflejan su estilo, también revelan el peso de su red de financiamiento político. En la cena, el presidente ironizó que “es el precio de tener acceso al presidente”, frente a empresarios como el petrolero Harold Hamm, uno de los principales financistas de sus campañas.

Entre los patrocinadores de los nuevos proyectos también figuran gigantes tecnológicos como Amazon, Apple, Google, Microsoft, Meta, Lockheed Martin y Palantir. Varias de estas empresas mantienen contratos o intereses federales, lo que ha reavivado críticas sobre la difusa frontera entre las donaciones privadas y la influencia política en la administración republicana.

Un “Arc de Trump” y un jardín sin flores

El plan más ambicioso del presidente es la construcción del “Arc de Trump”, un monumento inspirado en el Arco del Triunfo de París que, según sus maquetas, sería erigido al final del puente Memorial, a la entrada de Arlington. El proyecto aún no cuenta con aprobación oficial, pero Trump ha insistido en que podría financiarse con “fondos sobrantes” de la renovación del salón de baile.

La intervención estética también alcanzó al histórico Jardín de las Rosas, rediseñado para asemejarse al club privado Mar-a-Lago, en Florida. Trump ordenó sustituir el césped por piedra, creando un patio donde antes había flores y árboles. El nuevo espacio ha sido utilizado para cenas con aliados y ceremonias, como la entrega póstuma de la Medalla Presidencial de la Libertad al activista de extrema derecha Charlie Kirk.

Mármol en los baños y dudas legales

Las remodelaciones también incluyen cambios en la suite presidencial. Trump calificó de “no adecuado” el baño diseñado durante la era Kennedy, reemplazando sus tonos verdes y azulejos art déco por mármol blanco, una modificación que justificó como un “homenaje a la estética de la guerra civil”.

Sin embargo, los cambios han generado preocupación entre arquitectos y expertos en patrimonio, que advierten que la Casa Blanca podría perder su identidad neoclásica. El Instituto Americano de Arquitectos instó a la Comisión Nacional de Planificación de la Capital a realizar controles rigurosos y cuestionó el uso de fondos privados para financiar obras dentro de un edificio público.

La Casa Blanca se ampara en una ley de 1964 que permite al presidente realizar “ajustes estéticos y estructurales” en la residencia, pero los críticos sostienen que el espíritu de esa norma no contempla remodelaciones de lujo ni megaproyectos financiados por donantes.

El legado estético del poder

Para Trump, cada detalle parece parte de su narrativa de grandeza: puertas doradas, lámparas de cristal y el deseo de que Washington “vuelva a ser majestuosa”.

Pero para sus detractores, la obsesión por la estética no es inocente: forma parte de una estrategia para reescribir los símbolos del poder presidencial bajo su propia marca personal.

Entre el oro y el mármol, Trump no solo busca dejar su huella arquitectónica en la historia de Estados Unidos, sino también su reflejo.