De Bertoldo Pantaleón a Acuña Osorio: 60 sacerdotes asesinados en México durante 30 años
El asesinato del padre Bertoldo Pantaleón revive tres décadas de impunidad y 80 asesinatos a religiosos
El hallazgo del cuerpo del padre Bertoldo Pantaleón Estrada, el 6 de octubre de 2025 en Eduardo Neri, Guerrero, reabrió una herida que México no logra cerrar: la violencia sistemática contra líderes religiosos en territorios dominados por el crimen organizado. Su muerte no fue un hecho aislado, sino otro eslabón en una cadena de asesinatos, desapariciones y amenazas que desde hace más de tres décadas se repite con impunidad.
El crimen en Guerrero y la disputa narco que no cesa
El sacerdote, responsable de la Parroquia de Mezcala, fue reportado como desaparecido el 4 de octubre y localizado dos días después a un costado de la carretera federal México-Acapulco. Su cuerpo presentaba impactos de bala. La Fiscalía General del Estado de Guerrero abrió una carpeta por homicidio calificado, mientras la comunidad católica y organismos de derechos humanos exigieron justicia.
En la región centro de Guerrero, los enfrentamientos entre Los Tlacos y Los Ardillos mantienen a comunidades enteras atrapadas entre bloqueos, secuestros y ejecuciones. Hace apenas unas semanas, habitantes de la sierra bloquearon la carretera de Chilpancingo en protesta por la violencia. En este contexto, ejercer el sacerdocio —una figura que históricamente ha mediado entre autoridades y pobladores— se ha convertido en un acto de alto riesgo.
80 religiosos asesinados desde 1990
El Centro Católico Multimedial (CCM) ha documentado desde 1990 un total 80 asesinatos de sacerdotes, religiosos y laicos en México, de los cuales 60 eran sacerdotes, incluyendo un cardenal.
Entre 1990 y 2024, 67 sacerdotes católicos fueron asesinados en lo que la iniciativa Diálogo Nacional por la Paz califica como “una lucha por el territorio municipal”.
El padre Jorge Atilano, director ejecutivo del Diálogo Nacional, declaró a Animal Político que parte del financiamiento del crimen organizado proviene de recursos públicos municipales:
“Antes el negocio era la mariguana, luego la cocaína, después la extorsión. Hoy, los grupos criminales han encontrado en las alcaldías una fuente para financiar proyectos delictivos”, señaló.
Atilano estima que entre 2021 y 2022 hubo alrededor de 800 incidentes de amenazas o agresiones contra sacerdotes. Aun así, la Iglesia se mantiene firme en su negativa a permitir que sus ministros porten armas.
Dos sacerdotes asesinados bajo el gobierno de Sheinbaum
Desde que Claudia Sheinbaum asumió la presidencia, dos sacerdotes han sido asesinados: el padre Marcelo Pérez Pérez en Chiapas (octubre de 2024) y el padre Bertoldo Pantaleón en Guerrero.
Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), fueron diez los sacerdotes asesinados, lo que eleva a 12 los crímenes cometidos bajo gobiernos de Morena.
El informe 2024 del Episcopado Mexicano detalla que, entre diciembre de 2018 y septiembre de 2024:
10 sacerdotes fueron asesinados.
10 religiosos sufrieron agresiones violentas.
26 templos por semana fueron profanados o asaltados.
Cerca de 900 extorsiones y amenazas de muerte fueron registradas contra miembros de la Iglesia católica.
La impunidad que atraviesa tres décadas
El caso de Bertoldo Pantaleón reactiva la memoria de otros crímenes emblemáticos.
El 24 de mayo de 1993, el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, arzobispo de Guadalajara, fue acribillado junto a su chofer en el aeropuerto tapatío. La versión oficial atribuyó el crimen a una confusión entre sicarios del Cártel de Tijuana que buscaban a “El Chapo” Guzmán, pero la Iglesia ha sostenido que se trató de un crimen de Estado. El asesinato marcó el inicio de una era de violencia e impunidad contra religiosos.
En 2014, el sacerdote José Ascensión Acuña Osorio fue hallado sin vida en San Miguel Totolapan, Guerrero, con signos de tortura. Ese mismo año, el misionero ugandés John Ssenyondo fue secuestrado en Chilapa y encontrado en una fosa común. Ambos casos fueron atribuidos a La Familia Michoacana.
El 5 de febrero de 2018, los sacerdotes Germán Muñiz García e Iván Añorve Jaimes fueron emboscados en la carretera Taxco-Iguala. La Fiscalía insinuó nexos criminales tras filtrar fotos donde uno aparecía armado, versión desmentida por el obispo Salvador Rangel Mendoza, quien explicó que las imágenes respondían al contexto de inseguridad y autodefensa.
En 2019, el sacerdote José Martín Guzmán Vega fue asesinado en Tamaulipas tras denunciar corrupción local.
Y en 2022, los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora fueron asesinados dentro de su iglesia en Cerocahui, Chihuahua, cuando intentaban proteger a un hombre perseguido por un sicario. El crimen fue condenado por la ONU y la Compañía de Jesús, convirtiéndose en símbolo del riesgo extremo que enfrentan los religiosos.
“Defender la vida cuesta la vida”
En junio de 2022, un enfrentamiento entre cárteles en la frontera de Durango y Zacatecas dejó muerto al fraile Juan Antonio Orozco Alvarado, alcanzado por fuego cruzado. En 2023, el sacerdote Javier García Villafaña fue asesinado a tiros mientras conducía en Michoacán, y el arzobispo Faustino Armendáriz sobrevivió a un ataque con arma blanca en Durango.
El padre Marcelo Pérez Pérez, sacerdote indígena tsotsil y defensor de derechos humanos, fue ejecutado en San Cristóbal de las Casas en octubre de 2024 tras recibir amenazas por mediar conflictos comunitarios. Su muerte fue la primera de un líder religioso bajo el gobierno de Sheinbaum.
Estados más peligrosos para el sacerdocio
De acuerdo con el CCM, los estados de Guerrero, Michoacán, Chihuahua, Chiapas y Veracruz concentran la mayor cantidad de agresiones. En esas regiones, el control territorial del narcotráfico y la corrupción institucional convierten cada parroquia en una trinchera.
En Guerrero, los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Los Tlacos, Los Ardillos, La Familia Michoacana y otros nueve grupos disputan rutas de drogas, cobros de piso y hasta recursos de las alcaldías.
La violencia, dicen los expertos, ya no se limita al trasiego: ahora se infiltra en la administración pública.
Un país donde matar sacerdotes no tiene castigo
Pese a los llamados del Episcopado Mexicano y de organismos internacionales, la impunidad domina la estadística: la mayoría de los asesinatos de sacerdotes no ha sido resuelta. Los pocos casos con detenidos —como el del padre López Guillén en Michoacán— no han derivado en sentencias firmes.
México se mantiene así como uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el sacerdocio, donde la labor pastoral y la defensa comunitaria pueden costar la vida.
El asesinato del padre Bertoldo Pantaleón no solo evidencia el riesgo, sino la continuidad de una tragedia nacional: la convergencia entre fe, territorio y crimen organizado que sigue cobrándose vidas en el silencio de las parroquias rurales.
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