¡De película! Estudiante descubre accidentalmente una enorme ciudad maya perdida
La metrópoli antigua tiene unos 16,6 km cuadrados y contaba con dos plazas piramidales para ceremonias mayas
Luke Auld-Thomas, estudiante de doctorado en la Universidad de Tulane, en Estados Unidos, se encontraba haciendo una búsqueda en internet cuando de pronto se topó con un estudio láser realizado por una organización mexicana para monitoreo ambiental.
Se trataba de un estudio Lidar, técnica de detección remota que, al disparar pulsos láser de forma aérea, mapea los objetos que están por debajo de la tierra, calculando el tiempo que la señal tarda en regresar.
Al procesar los datos, el arqueólogo pudo notar algo extraño: se trataba de una aparente ciudad antigua, que existe desde el 750 d.C.. Al parecer, este complejo de edificaciones pudo haber sido el hogar de entre 30,000 y 50,000 personas.
Aparentemente, la ciudad tiene el tamaño de Edimburgo, capital de Escocia. Auld-Thomas, junto a sus colegas, bautizó la ciudad como Valeriana, en alusión a una laguna que se encuentra cerca de la zona.
Marcello Canuto, coautor de la investigación, menciona que el hallazgo podría cambiar la visión occidental de que los trópicos eran sitios donde las civilizaciones perecían.
¿Cómo era y qué le sucedió?
Los rastros de esta metrópoli ancestral cumplen con las características de una ciudad capital cuya densidad de edificios solo era superada por el yacimiento de Calakmul.
Aparentemente, la ciudad tenía 16,6 km cuadrados, con dos centros principales y edificios de gran tamaño unidos por casas y caminos, así como dos plazas con templos piramidales, en donde los mayas incluso habrían podido esconder tesoros y enterrar a sus muertos.
Según la profesora Elizabeth Graham, de la University College de Londres, el descubrimiento respalda la afirmación de que los mayas no vivían en aldeas, sino en ciudades y pueblos complejos.
Según la investigación de Auld-Thomas y Canuto, cuando se produjo el colapso de las civilizaciones mayas a partir del año 800 d.C., se debió en cierta medida a la densa población de sus ciudades, lo que provocó que no pudieran sobrevivir a los cambios climáticos.