El error de Monreal al defender a Andrés López Beltrán: ¿Violencia vicaria contra "Andy"?
De feminicidio infantil a escudo político: el uso indebido de la violencia vicaria por Monreal

Ricardo Monreal, coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, causó polémica al calificar como “violencia vicaria” los ataques políticos y mediáticos que ha recibido Andrés Manuel López Beltrán, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y actual secretario de Organización de Morena. La afirmación ha generado una ola de críticas por parte de activistas, periodistas y especialistas en género, quienes acusan al legislador de banalizar una de las formas más crueles de violencia contra las mujeres.
En un artículo publicado en su página oficial, Monreal argumenta que López Beltrán es blanco de una campaña de “violencia política vicaria” orquestada por la oposición, la cual —según él— busca dañar al expresidente mediante ataques al hijo que lleva su mismo nombre y actúa en la vida pública.
La violencia vicaria, sin embargo, es un concepto profundamente enraizado. Fue acuñado por la psicóloga clínica y forense Sonia Vaccaro en 2012 para describir la violencia que un agresor ejerce sobre los hijos o hijas con el objetivo de dañar a la madre. Se trata de una de las expresiones más crueles del machismo, frecuentemente ligada al feminicidio infantil, donde los menores son instrumentalizados, manipulados o asesinados como parte de un esquema de control y dominación hacia las mujeres.
Nada que ver con un adulto con poder
El caso de Andrés Manuel López Beltrán, o "Andy", como le dice la oposición, no guarda relación alguna con este contexto. Se trata de un hombre adulto, con influencia política y acceso al poder, que enfrenta críticas propias del ejercicio público, particularmente tras los resultados electorales adversos en entidades como Veracruz y Durango. Comparar estas críticas con la violencia vicaria —que en su expresión más extrema ha dejado asesinatos atroces de niñas y niños— resulta no solo desproporcionado, sino ofensivo para las víctimas reales de esta forma de violencia.
Monreal llega incluso a inventar una nueva categoría: “violencia sicaria”, con la que, según él, la oposición también estaría actuando contra López Beltrán. “La diferencia con la vicaria es que esta última se mueve por un instinto de venganza”, argumenta en su texto, en una exposición que mezcla términos clínicos con referencias bíblicas y filosóficas sin conexión clara con la realidad política o con la violencia de género.

Críticas y los derechos humanos
Diversas voces han condenado las declaraciones de Monreal, señalando que su uso del concepto de violencia vicaria es una forma de desinformar y restar gravedad a un fenómeno real que ha costado vidas. La violencia vicaria, como ha documentado Amnistía Internacional y centros especializados como el CIEG de la UNAM, no es una metáfora política ni una figura retórica: es una práctica concreta de los agresores para destruir a las mujeres a través del daño irreparable a sus hijos e hijas.
En casos emblemáticos como el de Ángela González Carreño —cuya hija fue asesinada por el padre después de que ella denunciara reiteradamente el riesgo—, la violencia vicaria ha sido reconocida como una violación grave a los derechos humanos por organismos internacionales. Trivializarla para defender a un político con cargo es una muestra de la falta de sensibilidad y perspectiva de género que persiste en ciertos sectores del poder.
Una defensa que enciende las redes
La indignación no solo vino desde colectivos. En redes sociales, usuarios criticaron a Monreal por tratar de blindar a López Beltrán con una narrativa victimista, mientras éste ocupa un puesto clave en el aparato partidista de Morena.
“Le dan una importancia fuera de lo común a una Secretaría de Organización”, se quejó el propio López Beltrán, en una entrevista reciente, donde además rechazó que se le llame “Andy”, porque —según dijo— eso le quita dignidad y desvaloriza su nombre completo.
Al hijo del señor que usó a diario términos como “espurio”, “fifí”, “machuchones”, “corruptazos”, le enoja mucho que le digan “Andy” en lugar de Don Andrés López Beltrán… pic.twitter.com/V0BK9Jo0E1
— Vicente Gálvez (@Vicente_Galvez) June 7, 2025
Frente a los cuestionamientos por su rol en los comicios locales y el proceso judicial, Monreal asegura que las críticas no tienen sustento y son parte de un “pretexto circunstancial” para atacar a López Obrador. También defendió los resultados electorales de Morena, asegurando que el partido y sus aliados “van a gobernar más municipios que antes”.
¿Qué es realmente la violencia vicaria?
Para dejarlo claro: la violencia vicaria es una forma extrema de violencia machista. Ocurre cuando los agresores atacan a los hijos o hijas de una mujer para causarle un daño emocional, físico o incluso letal. Su propósito es castigar, someter o destruir a la madre, instrumentalizando a los menores como medio de tortura. No se trata de una figura retórica aplicable a políticos adultos que reciben críticas por su trabajo público.
Este tipo de violencia suele presentarse en contextos de separación o divorcio, y ha sido denunciada por mujeres que ven cómo los juzgados, las escuelas, sus propias familias y el sistema en general les dan la espalda. Casos como el de José Bretón —condenado por asesinar a sus hijos Ruth y José para dañar a su expareja— son ejemplos extremos, pero lamentablemente no aislados.
Una banalización que duele
La descontextualización del término por parte de Ricardo Monreal no es solo un error discursivo: es una muestra de cómo el poder político puede apropiarse de conceptos que nacieron en el dolor y trabajo de las mujeres para proteger a los suyos. Equiparar una crítica política con una forma de violencia feminicida es diluir la gravedad de esta última.
Mientras en México y América Latina las mujeres siguen enfrentando obstáculos para denunciar la violencia vicaria, y mientras los crímenes contra niñas y niños se siguen produciendo con impunidad, resulta alarmante que desde las altas esferas del poder se pretenda usar este término para justificar que un político poderoso reciba críticas. La violencia vicaria no es una metáfora, ni una excusa partidista: es una realidad brutal que exige justicia, no manipulación discursiva.
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