La “Escuelita” del CJNG: así era el brutal adiestramiento forzado en el Rancho Izaguirre
Superviviente revela, paso a paso, cómo era la tortura en el campo de exterminio de Teuchitlán

Un sobreviviente del Rancho Izaguirre, ubicado en el municipio de Teuchitlán, Jalisco, reveló el brutal proceso de adiestramiento forzado al que fueron sometidos jóvenes reclutados con falsas promesas de empleo. Según el testimonio, la propiedad, utilizada por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), funcionaba como un centro de entrenamiento extremo y exterminio para quienes no lograban superar las pruebas impuestas.
Un “campo de concentración”
Indira Navarro, líder del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, compartió el testimonio del superviviente y describió el lugar como un “campo de concentración”, donde los reclutas eran sometidos a condiciones inhumanas. “Se me figura al Juego del Calamar”, dijo Navarro en entrevista con Radio Fórmula, en referencia a la serie surcoreana que muestra desafíos mortales.
Los jóvenes eran engañados con ofertas laborales y trasladados al rancho, donde se encontraban con un régimen de entrenamiento despiadado. “Pasaban por diferentes fases de entrenamiento y el que iba sobreviviendo era parte del cártel”, explicó Navarro.

El adiestramiento extremo, paso a paso
El testimonio del sobreviviente detalla que el proceso iniciaba con ejercicios físicos extenuantes. “Había pruebas con llantas y alambres de púas, con ejercicios extremos. Si cometías un error, te mataban, relató Navarro.
Además, debían atravesar un laberinto, primero con visión y luego con los ojos vendados, como parte de un entrenamiento de orientación. También recibían instrucción en el manejo de armas, comenzando con pistolas de gotcha antes de pasar a armamento real.
Uno de los lugares más temidos dentro del rancho era “La Carnicería”, donde los prisioneros eran desmembrados y calcinados en hornos clandestinos construidos por los mismos reclutas. “Era un lugar de horror. Ellos mismos eran obligados a fabricar los hornos donde serían incinerados”, agregó Navarro.
Los que sobrevivían, enviados a la guerra
Quienes lograban superar la primera fase eran enviados a la “guerrilla” en estados como Zacatecas, Michoacán y Colima, donde se ponían a prueba en enfrentamientos reales. Posteriormente, si seguían con vida, eran trasladados a una segunda etapa de entrenamiento más avanzada, conocida como “La Escuelita”, donde exmilitares desertores, conocidos como Kaibiles, los sometían a pruebas aún más rigurosas.
“Era un entrenamiento canijo. Salías con vida o sin vida. Si lograbas sobrevivir, ya te mandaban a la Sierra con los jefes”, relató Navarro, señalando que, en esa última etapa, los sobrevivientes eran considerados “los mejores elementos” del cártel.
Un filtro mortal

El proceso de adiestramiento tenía una tasa de mortalidad alarmante. “De 200 que entrábamos, quedábamos 30”, afirmó el sobreviviente. El Rancho Izaguirre habría operado con esta mecánica por al menos tres años, recibiendo nuevos reclutas constantemente. “Imagínate la cantidad de personas que están ahí calcinadas”, lamentó Navarro.
Algunos lograban escapar solo cuando sus superiores eran asesinados en combates, permitiéndoles huir en medio del caos.
El hallazgo del rancho y la revelación de estos testimonios han causado conmoción en Jalisco y en el país, mientras las autoridades continúan las investigaciones para identificar a las víctimas y a los responsables de este centro de exterminio.
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