Pelea de Trump y Musk pone en peligro el futuro de la exploración espacial: Te contamos por qué

Redacción 5 junio, 2025

El choque entre Trump y Musk podría frenar los contratos de SpaceX para la EEI

 ©EFE - Trump y Musk rompieron su relación política y empresarial.

Este jueves 5 de junio, la atención mundial se ha centrado en la sorprendente fractura entre el presidente Donald Trump y el magnate tecnológico Elon Musk, dos de los hombres más influyentes del planeta; un desencuentro que va más allá de un simple cruce de reproches sobre políticas fiscales y desemboca en amenazas de anular multimillonarios contratos espaciales y acusaciones que podrían alterar el rumbo de la exploración lunar y la colaboración público-privada en Estados Unidos.

La disputa entre los empresarios comenzó con las críticas de Musk al plan fiscal aprobado por la Cámara Baja de EE.UU., que añadirá 2,4 billones de dólares a la deuda en la próxima década. Trump se mostró “muy decepcionado” porque, según él, Musk conocía al detalle esa propuesta presupuestaria. La respuesta de Musk, desde su cuenta en X, incluyó desmentidos sobre su implicación en el diseño del plan y calificativos como “abominación repugnante”, lo que escaló la confrontación a un nivel inesperado.

Amenaza de cancelación de contratos clave

En represalia, Trump sugirió cancelar los subsidios y contratos gubernamentales de las empresas de Musk, refiriéndose especialmente a SpaceX. Esta compañía mantiene con el Gobierno estadounidense contratos que suman cerca de 9 000 millones de dólares para lanzamientos a la Estación Espacial Internacional (EEI) y el desarrollo de la nave lunar Starship HLS. La advertencia de Trump y la promesa de Musk de desmantelar su cápsula Dragon, única vía de transporte de astronautas y carga a la EEI tras el fin del programa de transbordadores, colocan en riesgo inmediato misiones ya programadas.

Repercusiones para la industria aeroespacial

El desmantelamiento de la Dragon o la pérdida de apoyo federal dificultaría las misiones Artemis, orientadas a llevar nuevamente al ser humano a la Luna en los próximos años, así como el abastecimiento continuo de la EEI. Sin un proveedor alternativo listo —ni la NASA ni el Pentágono han desarrollado otra nave tripulada—, cualquier interrupción podría obligar a EE.UU. a suspender vuelos, cediendo terreno a rivales como Rusia y China en el ámbito orbital.

La crisis política pone en jaque toda la colaboración público-privada que ha caracterizado la era moderna de la exploración espacial. Si el Gobierno empieza a cancelar contratos o a retrasar pagos, empresas emergentes y lanzadoras establecidas enfrentarán incertidumbre financiera, lo que podría frenar inversiones, retrasar innovaciones y generar despidos. El sector, acostumbrado a ciclos largos de desarrollo y costos millonarios, no tolera bien la volatilidad o la amenaza de veto político.

Más allá de las cifras, la disputa configura un precedente donde las alianzas estratégicas entre el Estado y los gigantes tecnológicos pueden romperse por desacuerdos presupuestarios o personales. El experimento de Musk al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) ya dejó entrever tensiones; ahora, la escalada pública en X y Truth Social demuestra que la exploración espacial puede quedar rehenes de conflictos políticos ajenos a la ingeniería.

¿Qué sigue?

Ambas partes afirman que la lista de contratos está sujeta a revisión y que “podrán añadirse o retirarse proyectos según la evolución de las negociaciones”. Sin embargo, el tiempo apremia: con lanzamientos programados para finales de año y una EEI que requiere abastecimiento continuo, cada semana de retraso incrementa el costo y el riesgo de fallos técnicos o logísticos. La industria observa con preocupación si este rifirrafe desemboca en un cese de operaciones o en nuevas directivas que redefinan el papel de las empresas privadas en la carrera espacial estadounidense.