“Síndrome de Trastorno de Trump”: la "enfermedad" que podría haber llegado a Elon Musk

Metzli Escalante 7 junio, 2025

¿Musk también lo tiene? De esto se trata el “Síndrome de Trastorno de Trump"

 ©Especial. - Donald Trump y Elon Musk.

La reciente pelea entre Donald Trump y Elon Musk ha marcado el final de una alianza estratégica que alguna vez fue clave en la política y economía de Estados Unidos. El conflicto estalló tras la crítica de Musk a un proyecto de ley impulsado por Trump para ampliar recortes fiscales, al que calificó como un riesgo para el déficit nacional. Lo que parecía una discrepancia técnica se transformó en una guerra abierta en redes sociales.

En medio del enfrentamiento, Musk acusó al expresidente de estar vinculado a los archivos del caso Epstein, afirmó que Trump no habría ganado la presidencia sin su apoyo y llegó a insinuar que el líder republicano había sido “reemplazado por un doble”. Las publicaciones, que alcanzaron más de 196 millones de visualizaciones en X (antes Twitter), desataron una ola de especulaciones. Musk cerró con un mensaje directo:

Trump está en los archivos Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no los han hecho públicos. Que tengas un buen día, DJT”.

Esta serie de acusaciones ha sido leída por analistas como una manifestación del llamado “Síndrome de Trastorno de Trump” (TDS, por sus siglas en inglés), un término cargado de polémica que busca explicar la respuesta emocional desproporcionada de aliados y opositores ante la figura del expresidente.

 ©Captura de pantalla. - Tuit de Elon Musk.

¿Qué es el "Síndrome de Trastorno de Trump"?

El término "Trump Derangement Syndrome" fue popularizado por el psiquiatra y columnista conservador Charles Krauthammer, quien ya lo había usado en 2003 como “Bush Derangement Syndrome” durante la presidencia de George W. Bush. Fue redefinido en la era Trump para describir la incapacidad de algunas personas de mantener un juicio equilibrado sobre el entonces presidente.

Cinco senadores republicanos llegaron a presentar un proyecto de ley en Minnesota en marzo de 2025 para que el TDS fuera reconocido legalmente como enfermedad mental. La iniciativa identificaba dos síntomas clave:

  1. Expresiones verbales de intensa hostilidad hacia Trump.

  2. Actos de agresión contra sus partidarios o símbolos que lo representaran.

La propuesta clasificaba el TDS como una aparición aguda de paranoia en personas por lo demás normales, como reacción a las políticas y presidencia de Donald J. Trump”.

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¿Diagnóstico médico o herramienta política?

La comunidad médica ha sido crítica ante la patologización del desacuerdo político. Diversos analistas, entre ellos el psiquiatra Leon Hoffman, han señalado que etiquetar como trastorno las opiniones o reacciones hacia una figura pública puede socavar el debate democrático y convertirse en un arma retórica.

“Quizá debamos desarrollar una norma que prohíba al personal político crear diagnósticos psiquiátricos como herramienta contra sus oponentes políticos”, reflexionó Hoffman en The Guardian.

En su columna para Psychology Today, el doctor Alex Pattakos relacionó este fenómeno con el concepto de “intención paradójica” desarrollado por Viktor Frankl: cuando una obsesión con un resultado genera precisamente el efecto contrario. Así, la obsesión con Trump desde 2016 pudo haber contribuido a su ascenso.

Elon Musk y la "infección" del TDS

La postura ambigua de Elon Musk frente a Trump ha oscilado entre el respaldo y el rechazo frontal. En esta ocasión, el CEO de Tesla y SpaceX no sólo rompió la alianza, sino que utilizó el mismo concepto de TDS para referirse al expresidente, invirtiendo el significado tradicional. En su lógica, sería Trump quien no supera su figura ni sus viejos vínculos.

Trump, por su parte, reaccionó minimizando las críticas:

“No ha hablado mal de mí personalmente, pero estoy seguro de que será lo siguiente, dijo desde la Oficina Oval, cuando aún se encontraba reunido con el canciller de Alemania.

Poco después, volvió a referirse al término en conferencia, acusando a Musk de sufrir el “Síndrome de Trastorno de Trump”, término que ha usado reiteradamente para desacreditar a opositores o excolaboradores que se tornan críticos.

Un fenómeno emocional, político y mediático

Desde 2016, el “síndrome” ha sido descrito en tres fases por el columnista Justin Raimondo (fallecido en 2019):

  1. Pérdida de la proporción ante cada mensaje de Trump.

  2. Uso de hipérboles constantes en su contra.

  3. Incapacidad para distinguir realidad de ficción.

Según Raimondo, el TDS podría incluso derivar en violencia política. En Los Ángeles Times, escribió:

“Esta es la etapa final de la epidemia de TDS: violencia contra un líder elegido democráticamente. A menos que se encuentre una cura, este es el rumbo que tomaremos”.

El periodista Fareed Zakaria también definió el fenómeno como “un odio tan intenso hacia Trump que nubla el juicio de las personas”.

Las consecuencias sociales del TDS

Más allá de si el término tiene base clínica, la narrativa en torno al TDS revela una polarización extrema en la política estadounidense. Estas son algunas de las consecuencias atribuidas a este fenómeno:

  • Emociones intensas como ansiedad, ira y estrés, tanto en opositores como en defensores.

  • Identificación personal con la política, lo que convierte la crítica en ataque a la identidad.

  • Cierre del diálogo: etiquetar al otro como “trastornado” bloquea cualquier debate.

Trump: consciente del “síndrome”

El propio Trump ha recurrido al término en múltiples ocasiones. En 2018 escribió:

“Hay quienes ODIAN que me llevara bien con el presidente Putin de Rusia. ¡Se llama Síndrome de Trastorno por Trump!”

 ©Captura de pantalla. - Tuit de Trump.

¿Es el TDS una cortina de humo?

Para muchos analistas, el uso del TDS sirve más como táctica política que como diagnóstico real. Bajo esa lógica, Trump y sus aliados lo emplean para deslegitimar críticas, restar importancia a investigaciones (como su relación con Epstein) y victimizarse ante la opinión pública.

En la era de la hiperpolitización, la tensión entre el poder empresarial (Musk) y el político (Trump) podría marcar una nueva etapa en la política estadounidense, donde las redes sociales, el ego y la salud mental entran en juego en la disputa por la narrativa pública.

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