¿Sabía Juan Pablo II de las atrocidades de Marcial Maciel?
Valentina Alazraki revela los contubernios de los Legionarios de Cristo con el círculo cercano de Juan Pablo II

El nombre de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, sigue siendo sinónimo de escándalo y vergüenza en la Iglesia católica. Carismático y ambicioso, Maciel supo ganarse el favor de miles de fieles desde la década de 1940, al tiempo que construía un emporio millonario con colegios, universidades y empresas en México, Estados Unidos y Europa. Pero detrás de la imagen del sacerdote visionario se escondía un depredador sexual, acusado de abusar de más de 60 menores —además de sus propios hijos—, y protegido durante décadas por el mismísimo Vaticano.
El reciente documental de HBO “Marcial Maciel, el Lobo de Dios” vuelve a poner sobre la mesa la pregunta clave: ¿qué sabía Juan Pablo II de las atrocidades de Maciel?
El sacerdote intocable
Las primeras denuncias contra Maciel surgieron en los años cincuenta, pero jamás prosperaron. Los sobornos y las conexiones políticas eran su escudo. Como lo resume la periodista Carmen Aristegui en la docuserie:
“La relación de Maciel con el Vaticano fue absolutamente poderosa para que la figura de Maciel fuera intocable”.
A lo largo de su pontificado, Juan Pablo II no solo lo recibió en varias ocasiones, sino que lo elogió públicamente. En 2004, pese a su estado de salud deteriorado, el Papa envió un mensaje durante los festejos por los 60 años de sacerdocio de Maciel, alabando su “trabajo pastoral colmado de dones del Espíritu Santo”.
El periodista vaticanista Marco Politi recuerda:
“Fue una gran glorificación, incluso cuando ya circulaban denuncias documentadas sobre sus abusos”.
Silencios y complicidades
El contraste entre los discursos del Papa y la realidad resulta chocante. El periodista estadounidense Jason Berry, autor de Votos de Silencio, lo sintetiza con ironía:
“Juan Pablo II dijo: ‘no hay lugar en la Iglesia para aquellos que abusan de niños’. También dijo: ‘debemos ser compasivos y perdonar’. Bueno, ¿cuál es el estándar? ¿Perdonar a los abusadores o echarlos de la Iglesia?”.
La periodista mexicana Valentina Alazraki, quien cubrió a Juan Pablo II durante todo su pontificado, aporta detalles claves sobre cómo los Legionarios de Cristo tejieron una red de poder en Roma:
“Los más cercanos colaboradores del Papa Juan Pablo II recibían dinero, recibían coches, estaban dentro de muchos negocios. Había una red de corrupción que favorecía a Maciel y a los suyos”, dijo en una transmisión en redes sociales, a propósito del escozor que causó la producción televisiva.
Uno de los ejemplos más claros, según ella, fue el intento de construir universidades en Roma:
“Los Legionarios de Cristo querían construir unas universidades en terrenos donde no tenían permiso. Fue el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado en ese momento, quien pidió al alcalde de Roma que concediera los permisos. ¿Y quién realizó las obras? El hermano de Sodano, que tenía una consultora. Era un sistema de favores que se repetía”.
Alazraki también describe la relación privilegiada de la congregación con los más altos jerarcas:
“Yo vi cuando hicieron cardenal a Sodano, a Sandri, al secretario del Papa Stanislao Dziwisz. Todos celebraron prácticamente en el colegio de los Legionarios. En algún momento estuvo presente Marcial Maciel, en otros no, pero siempre terminaban agradeciéndole a él por los festejos”.
El pacto de silencio
El periodista Emiliano Ruiz Parra apunta que las denuncias contra Maciel comenzaron a multiplicarse en Estados Unidos, como un antecedente del movimiento MeToo:
“Cuando alguien hablaba, otro más se animaba a contar lo que había vivido. Y así quedó claro que no eran los únicos”.
Sin embargo, en México el silencio fue más prolongado. El pacto entre Maciel y sus protectores en Roma se sostenía. Según Ruiz Parra:
“Lo que Maciel tenía era un pacto de silencio y un pacto de simulación con el Vaticano. Todo cambió con la muerte de Juan Pablo II y la llegada de Ratzinger, que se convirtió en Benedicto XVI”.
El giro con Benedicto XVI
Tras la muerte de Juan Pablo II en 2005, el entonces cardenal Joseph Ratzinger ordenó al investigador mons. Charles Scicluna abrir un expediente formal contra Maciel. Exlegionarios como Juan Vaca testificaron directamente.
El resultado fue una sanción que obligaba a Maciel a retirarse a una vida de oración y penitencia. Pero para las víctimas fue un castigo insuficiente. Vaca lo resumió así:
“Para mí fue una palmadita en la mano. Maciel merecía ser expulsado del sacerdocio”.

Entre la devoción y la sombra
Marcial Maciel murió en 2008 en Florida, lejos de un juicio eclesiástico o civil. Mientras tanto, los Legionarios de Cristo siguen administrando un patrimonio valuado en cientos de millones de dólares.
La gran incógnita persiste: ¿Juan Pablo II fue engañado por su círculo más cercano o eligió mirar hacia otro lado?
Para Valentina Alazraki, la respuesta no es sencilla:
"Lo vimos con el Papa Benedicto XVI. Lo vimos con el mismo Papa Francisco que pasó por una situación parecida cuando, por ejemplo, le informaron mal de todo lo que estaba sucediendo en Chile en cuanto a los abusos".
"Muchas veces, si hay documentación que no quieren que llegue a las manos del Papa, no llega. Eso es así, ha sido siempre así y yo creo que también fue el caso de Maciel".
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