México convierte el sargazo en bioproductos: de ladrillos y paneles a cosméticos

Mabel González 9 junio, 2025

México transforma el sargazo en materiales útiles como ladrillos, paneles, cosméticos y fertilizantes, impulsando una economía circular sostenible

 ©Cuartoscuro - Sargazo en bioproductos

El Caribe mexicano enfrenta nuevamente una de las temporadas más intensas de recale de sargazo, pero la narrativa ha comenzado a cambiar. Lo que antes era solo una plaga marina que afectaba el turismo, ahora es visto como una oportunidad de innovación sostenible. Universidades, startups y gobiernos estatales trabajan en transformar toneladas de esta macroalga en productos útiles, desde materiales de construcción y fertilizantes, hasta cremas y suelas de zapatos.

En estados como Quintana Roo se recolectan más de 50 toneladas de sargazo diariamente. Varias instituciones, entre ellas la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Autónoma de Baja California y el Tecnológico de Cancún, desarrollan tecnologías para convertir el alga en biocombustible, papel, cosméticos, empaques biodegradables y ladrillos ecológicos. Uno de los avances más relevantes es el desarrollo del Sargapanel, un panel de construcción elaborado con sargazo seco y yeso que tiene propiedades térmicas, ignífugas y acústicas superiores a las convencionales.

El reto de escalar la economía circular

El principal obstáculo sigue siendo la escala. Expertos señalan que la cantidad de sargazo supera la capacidad de procesamiento de las iniciativas actuales, por lo que urgen mayor inversión pública y privada para consolidar una industria circular que aproveche el alga de forma segura, rentable y ambientalmente responsable.

En el Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada (CFATA) de la UNAM, campus Juriquilla, un equipo multidisciplinario fabrica paneles con hasta 70 % de alga. Este desarrollo ha sido galardonado en concursos nacionales de sostenibilidad y ya se ha instalado en viviendas, demostrando su viabilidad estructural. Además, su proceso reduce la emisión de CO₂ y el uso de agua y energía en comparación con materiales tradicionales.

La empresa española Sarplac presentó en Cancún paneles aislantes y tablaroca reforzada con sargazo, destacando que pueden reducir hasta 15 % de emisiones de CO₂ en la industria de la construcción. Aunque aún no producen en masa, buscan fabricantes que adopten su fórmula verde y escalen la solución.

Sargazo como materia prima en más sectores

Durante el Foro Nacional México-Unión Europea “Convertir el sargazo en una oportunidad”, celebrado en julio en Cancún, se presentaron proyectos que usan el alga para fabricar compostas, calzado, tapetes, suelas y tablas para natación. Ocean Biosphere, por ejemplo, recolecta, transporta y transforma el sargazo en composta inocua con alto contenido de nutrientes, utilizada ya por hoteles en esquemas de economía circular. Esta mezcla, compuesta en 75 % por sargazo y 25 % por residuos orgánicos, ha mostrado efectividad para mejorar cultivos como papaya, cebolla y tomate.

Desde León, Guanajuato, la empresa Renovare fabrica productos ecológicos como sandalias y bloques de yoga hechos con desechos orgánicos, incluido el sargazo. Aunque se encuentran en etapa piloto, aseguran estar listos para escalar su producción si reciben el respaldo adecuado.

Por su parte, estudiantes del Tec de Monterrey campus Guadalajara, junto con la empresa Nexo, desarrollan cosméticos a base de alginato y fucoidanos, compuestos extraídos del sargazo mediante hidrólisis enzimática. Estos ingredientes tienen propiedades antioxidantes y fotoprotectoras, y su aplicación ha sido identificada como parte de la tendencia global “blue beauty”, que busca productos de belleza sostenibles derivados del mar.

Este tipo de iniciativas no solo busca valorizar el sargazo como recurso, sino resolver un problema que ha afectado seriamente a comunidades costeras. La acumulación del alga, al descomponerse, libera compuestos tóxicos como arsénico y ácido sulfúrico que dañan el ecosistema y la salud humana.

Pese a que la recolección sigue siendo ardua y en muchos casos insuficiente, crece el consenso sobre la necesidad de regular y apoyar el desarrollo industrial de estas alternativas. “Queremos que las empresas conozcan nuestro producto para que esto no quede en el papel. Ya somos competitivos”, expresó Rodrigo Esparza, investigador del CFATA.

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