El rol de las mujeres en el caso Narvarte: la verdad silenciada de los feminicidios y la estigmatización
¿Qué ocultaron en el caso Narvarte? La historia no contada de Nadia, Mile, Yesenia y Alejandra

Cinco personas fueron asesinadas brutalmente el 31 de julio en el departamento 401 de Luz Saviñón 1909, de la colonia Narvarte, Ciudad de México (CDMX). Entre ellas, cuatro mujeres: Nadia Vera Pérez, Mile Virginia Martín, Yesenia Quiroz Alfaro y Olivia Alejandra Negrete Avilés, así como el fotoperiodista Rubén Espinosa. A una década, la verdad sobre lo ocurrido sigue desdibujada por la negligencia institucional, la estigmatización mediática y la ausencia de perspectiva de género en el llamado "caso Narvarte".

Mujeres silenciadas, estigmatizadas y borradas del relato oficial
Desde los primeros reportes, las autoridades y los medios de comunicación comenzaron a construir una narrativa parcial. La entonces Procuraduría capitalina filtró información que apuntaba a un supuesto robo como móvil del crimen.
Se hablaba de joyas, un automóvil rojo, equipo fotográfico y drogas. Pronto, la atención mediática se centró en Mile Virginia, a quien primero identificaron como “Nicole”, para luego reducirla a “la colombiana”, edecán, modelo y finalmente, sin pruebas, como trabajadora sexual. Su nacionalidad y ocupación fueron utilizadas para desviar la atención y cargar sobre ella la responsabilidad implícita de su propio asesinato.
Yesenia Quiroz, de apenas 18 años, también fue invisibilizada y juzgada. Su juventud y su vínculo con Mile bastaron para que se le asociara con un entorno criminal inexistente. En los medios no se hablaba de ella como víctima, sino como parte del “ambiente”. En el caso de Olivia Alejandra Negrete, referida despectivamente como “la señora de la limpieza”, se omitió incluso su nombre y su historia, negándole humanidad, identidad y justicia.

Nadia Vera: la activista que denunció a Duarte y fue ignorada
Nadia Vera, antropóloga, activista y productora cultural, había denunciado amenazas directas del entonces gobernador de Veracruz, Javier Duarte. Junto con Rubén Espinosa, había huido de Veracruz buscando protección en la capital. Ambos advirtieron públicamente que, si algo les pasaba, el responsable sería Duarte. Sus palabras fueron ignoradas. Tras el crimen, sus nombres empezaron a desaparecer de las notas, desplazados por una narrativa centrada en el morbo, el prejuicio y la criminalización de las víctimas.
La estrategia del encubrimiento: manipular el móvil, borrar a Duarte
El caso Narvarte fue transformado por las instituciones en un “multihomicidio” sin conexión política. La palabra feminicidio fue cuidadosamente evitada. A pesar de las evidencias de violencia sexual, brutalidad y saña contra las mujeres, nunca se aplicó una perspectiva de género. El segundo detenido fue vinculado al narcotráfico, y el móvil cambió de robo a ajuste de cuentas por cocaína, descartando las amenazas previas denunciadas por Nadia y Rubén.
Justicia negada: Duarte, el crimen político y la impunidad
Javier Duarte de Ochoa, hoy exgobernador de Veracruz, fue capturado en Guatemala y extraditado a México en 2017. Se declaró culpable de asociación delictuosa y lavado de dinero, fue condenado en 2018 a nueve años de prisión y se le decomisaron 40 propiedades. Sin embargo, el caso Narvarte nunca fue reabierto tras su captura. Ni las amenazas, ni la persecución política, ni el exilio forzado de Nadia y Rubén fueron considerados en la investigación del crimen.

"A plena luz": reconstruir la memoria, nombrarlas con dignidad
En 2021, el documental A plena luz: el caso Narvarte, dirigido por Alberto Arnaut, reconstruyó el expediente con perspectiva de género y justicia. En él, Gabriela Mejía, hija de Alejandra Negrete, narra el impacto de la pérdida de su madre y denuncia cómo los medios la redujeron a una “víctima incidental”.
Expertas como la abogada Karla Micheel Salas, la psicóloga forense Samantha Olivares Canales y el abogado Héctor Pérez Rivera evidencian cómo las autoridades ignoraron las pruebas de feminicidio, filtraron datos para criminalizar a las víctimas y manipularon la escena para sostener un montaje.
Uno de los aspectos más reveladores fue el hallazgo de tarjetas con mensajes de felicitación firmados por funcionarios del Instituto Nacional de Migración (INM) en el automóvil de Mile. A pesar de lo inusual del hallazgo, las autoridades jamás investigaron esta posible red de trata o colusión institucional. Eligieron el camino fácil: culpar a las víctimas.

El cuerpo como castigo: violencia feminicida negada
Los peritajes muestran que Mile fue golpeada con una violencia desproporcionada, en especial en el rostro. Según el abogado Pérez Rivera, esto no puede leerse sino como un mensaje de odio hacia las mujeres, un uso del cuerpo como vehículo de castigo. Aún así, la categoría de feminicidio fue omitida sistemáticamente de las investigaciones.
Por esto te pasó lo que te pasó: el estigma como justificación del crimen
Indira Alfaro, madre de Yesenia, lo resume con una frase estremecedora:
Es esa idea —la culpabilización de las víctimas— la que ha permitido que, diez años después, el caso siga impune. Sin autores intelectuales detenidos, sin investigación seria y sin justicia. "Eso no podemos aceptarlo. Que las autoridades digan: por esto te pasó lo que te pasó".

Una deuda que sigue abierta
Hablar del feminicidio de Mile, Yesenia, Nadia y Alejandra no minimiza la muerte de Rubén, cuya labor periodística también fue silenciada. Pero ignorar la violencia sexual, el estigma y la misoginia que rodearon estos crímenes perpetúa un modelo de impunidad estructural donde las mujeres —sobre todo si son jóvenes, extranjeras, activistas o trabajadoras precarizadas— siguen siendo desechables.
El documental concluye con la voz en off de la madre de Nadia:
Ese grito, aún sin respuesta, sigue resonando en cada 31 de julio. Y nos exige no olvidar sus nombres, ni las violencias que les arrancaron la vida.
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