Día de Muertos: Por qué no debes poner fotos de personas vivas en tu ofrenda
Existen algunas cosas que no debes incluir en tu ofrenda, especialmente las fotos de personas vivas
El Día de Muertos, celebrado el 1 y 2 de noviembre, es una de las tradiciones mexicanas más antiguas y una de las más esperadas por la creencia de que en estas fechas los seres queridos que fallecieron regresan al mundo de los vivos. Sin embargo, hay algunas reglas no escritas sobre cosas que no se deben poner en las ofrendas, entre ellas las fotos de personas que están vivas.
De acuerdo con las creencias, los altares sirven como una conexión entre el mundo de los vivos y el de los muertos, por lo que, al incluir fotos de personas vivas, se podrían abrir puertas energéticas indeseadas.
También se piensa que incluir imágenes de personas que aún viven podría atraer energías negativas al hogar donde se puso el altar. Además, se cree que hacerlo podría perjudicar e incluso provocar enfermedades a quienes están representados en la foto.
Otra de las creencias más populares indica que al poner fotos de personas vivas se podría crear una “interferencia espiritual”. Al ocurrir esto, se teme que, durante la festividad, los espíritus que regresan sufran confusiones, haciéndoles perder su camino o incluso impidiendo su descanso.
Aconsejan tampoco poner fotos de los recién fallecidos
Otra de las creencias populares sobre Día de Muertos es que no se deben poner fotos ni ofrendas a los difuntos que recién fallecieron. Esto se debe a que las almas de los recién fallecidos aún están en un proceso de transición, y se les permite este tiempo para que puedan descansar y llegar al Mictlán o Metnal, el lugar de descanso final en la cosmovisión prehispánica.
Según las tradiciones, se debe dejar pasar al menos un año desde el fallecimiento de la persona para poner su foto y ofrenda en el altar. Especialmente, se recomienda que si los seres queridos fallecieron en agosto, septiembre u octubre, no se les incluya en el altar de Día de Muertos.
En caso de no cumplir con estas normas, se piensa que el alma del recién fallecido nunca llegará al Mictlán y quedará penando en el limbo. Cabe resaltar que esto solo son creencias y, con el paso de los años, los mexicanos han ido adaptando la tradición de Día de Muertos a su estilo de vida.