El rescate de Jazmín Azulet: la postal de la tragedia en Puente de la Concordia

“¡Ábreme, niño quemado!”, grita un hombre desesperado desde una motoneta. No conoce a la niña que intenta salvar, no es su familiar, pero su instinto lo impulsa. Se trata de Jazmín Azulet, de apenas dos años, alcanzada por las llamas tras la explosión de una pipa de gas en el Puente de la Concordia, en Iztapalapa, la tarde del miércoles.

Caos y solidaridad en una tragedia

La explosión dejó un escenario apocalíptico: muertos, heridos y escenas desgarradoras que rápidamente inundaron las redes sociales. Los videos mostraron no solo el horror de la catástrofe, sino también la solidaridad ciudadana que suele reaparecer en las emergencias que azotan al país.

La abuela que protegió con su vida

Ese día, Alicia Matías, de 49 años y checadora de transporte público, cuidaba a su nieta Jazmín. Pasadas las 14:20 horas, el fuego las alcanzó.

La abuela cubrió con su cuerpo a la pequeña para protegerla, pero el precio fue altísimo: 95% de quemaduras en su cuerpo y un pronóstico reservado, según reportes médicos citados por la periodista Itzel García de TV Azteca.

El policía que se volvió héroe

La imagen del oficial Sergio Soriano, de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, cargando a la niña y asistiendo a la abuela, conmovió a todo el país. Ella, sin cabello y con la ropa chamuscada; él, decidido a salvarlas. La poderosa postal fue difundida en la red, sin la precisión del autor.

Horas después, las cámaras corporales del uniformado revelaron cómo un ciudadano en motoneta los trasladó de urgencia a un hospital cercano, esquivando tráfico, microbuses y caos.

“¡Abran paso… quítate!”, gritaban el policía y el motociclista, turnándose, sin protocolo ni plan de acción. Solo movidos por la urgencia de rescatar la vida de una vecina.

El saldo de la tragedia

Hasta el cierre de esta crónica, la jefa de Gobierno Clara Brugada confirmó:

• 3 muertos

• Más de 70 heridos, una veintena de gravedad

• Daños materiales cuantiosos

Las imágenes de noticiarios nocturnos siguen mostrando fuego y devastación. Y como suele ocurrir en estas calamidades, con el tiempo surgirán denuncias de omisiones e irregularidades institucionales.

Pero lo que hoy no puede pasarse por alto es que la tragedia en Puente de la Concordia volvió a exponer la fragilidad institucional y, al mismo tiempo, el músculo solidario de la ciudadanía.