“Tenía la boca negra”: Alumnos revelan lo que vivió Erick antes de morir en el campamento militarizado

Metzli Escalante 30 abril, 2025

Los testimonios que exponen la muerte de Erick con la Academia Militarizada Ollin Cuauhtémoc

 ©Especial. - Erick Leonardo.

La muerte de Erick Leonardo “N”, un estudiante de 13 años de la Academia Militarizada Ollin Cuauhtémoc, ha sacudido a la opinión pública. El adolescente falleció el 25 de abril tras asistir a un campamento organizado por dicha institución en la comunidad de Felipe Neri, en el municipio de Tlalnepantla, Morelos. Aunque al principio se habló de una "descompensación", un estremecedor testimonio reveló lo que realmente ocurrió durante esos tres días: castigos físicos, privación de alimentos y presunta negligencia médica.

Un campamento que terminó en tragedia

Según la madre del menor, Erika Torbellín, su hijo salió de casa en perfectas condiciones el 23 de abril. Iba rumbo a lo que sería una actividad recreativa por el Día del Niño. Dos días después, recibió una llamada: Erick había sido llevado al hospital porque “tenía un poquito desnivelados los signos vitales”. Al llegar, los médicos le dijeron que su hijo había ingresado sin vida y que los intentos de reanimación no funcionaron.

Lo más alarmante vino después: el acta de defunción señalaba como causa de muerte el estallamiento de vísceras y múltiples lesiones internas. Erika afirma que cuando vistió a su hijo para el funeral, encontró su cuerpo con moretones, raspaduras, ropa rota, huellas de pisadas en el pecho y sangre seca. “No fue asma ni insolación. Mi hijo fue golpeado”, denunció.

"Tenía la boca negra": el testimonio que encendió las alarmas

El caso tomó un giro crucial cuando un compañero de Erick, identificado como Jorge, de 12 años, decidió romper el silencio. En entrevista con Azucena Uresti en Radio Fórmula, el menor narró lo que vivió en el campamento. Aseguró que desde su llegada, los alumnos fueron sometidos a reglas extremas. “Nos quitaron toda la comida. Nos dijeron que si nos quedábamos con algo, aunque fuera un chicle, lo íbamos a pagar”, relató.

Los castigos por hablar eran inmediatos: lagartijas, arrastrarse en piedras, pecho tierra y amenazas de "arresto". Según Jorge, para poder desayunar, los menores debían realizar ejercicios forzados. El desayuno consistía en “una lata de atún y un litro de agua para cuatro personas”.

Jorge recordó que Erick comenzó a deteriorarse visiblemente el segundo día: “Tenía la boca negra y los ojos hundidos, muy negros. Se veía muy mal”. El joven pidió ayuda y fue llevado con una paramédico, quien sólo le mojó la cara. “No le dio agua, solo lo sentó y lo regresó”.

“Ya no podía”: el colapso final de Erick

Durante el regreso, mientras se preparaban para abordar el autobús, Erick colapsó. “Se le cayeron sus cosas, lo ayudaron, pero se volvió a caer. Dijo ‘ya no puedo’. Ya no se levantó”, relató Jorge. Según él, los instructores ordenaron a los demás no mirar mientras Erick era arrastrado lejos. “Nos dijeron que si volteábamos, íbamos a estar arrestados también”.

Otra voz se suma: “Nos pateaban, nos pisaban”

María José, una exalumna de 14 años, también rompió el silencio. Afirmó que no asistió al campamento porque había recibido amenazas de una capitana llamada Mariana Rentería. Contó que los arrestos dentro de la Academia incluían golpes, pisotones y agresiones verbales. “Una vez me arrestaron seis horas por mirarla feo. Nos dejaban sin comer y sin agua”, denunció.

Según María José, una compañera le escribió después del campamento para contarle que Mariana y una cadete llamada Valeria fueron quienes presuntamente golpearon a Erick hasta que se desvaneció. “Al principio parecía una escuela normal. Después se convirtió en un infierno”.

 ©Captura de pantalla. - Mano lastimada de alumna.

La versión de la Academia y la exigencia de justicia

La Academia Militarizada Ollin Cuauhtémoc lamentó la muerte del estudiante a través de un comunicado. Aseguró que brindó apoyo a la familia y pidió evitar la difusión de “información falsa”. El director negó que hubiera maltrato y presentó supuestas pruebas de ayuda económica a los padres.

Sin embargo, las protestas no se detuvieron. Familias de otros estudiantes se manifestaron frente a la escuela, exigiendo justicia y denunciando que, tras la tragedia, las clases continuaron como si nada hubiera pasado.

Mientras las investigaciones continúan, el caso de Erick se convierte en un símbolo de alerta sobre los métodos disciplinarios en centros educativos militarizados. Padres, activistas y autoridades exigen respuestas urgentes, justicia y garantías para que ninguna otra infancia sufra lo que vivió Erick en sus últimos días.

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