Día del Niño: claves para cuidar la salud mental de los más pequeños
El cuidado de la salud mental en los menores es responsabilidad de sus cuidadores

El Día del Niño llega este año con un llamado urgente a reforzar el cuidado de la salud emocional de niñas, niños y adolescentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reiterado que la infancia y la adolescencia son etapas clave para el desarrollo de habilidades sociales y emocionales, por lo que atender la salud mental en estos grupos debe ser una prioridad.
La OMS estima que uno de cada siete menores en edad escolar padece algún tipo de trastorno de salud mental, lo que revela la magnitud del problema.
La escuela como primer espacio de alerta
Frente a este panorama, los colegios emergen como espacios ideales para la detección temprana de riesgos y el impulso de estrategias preventivas, pues se ha comprobado que los menores suelen atravesar ansiedad por la presión académica, pérdida de habilidades sociales e incapacidad para resolver conflictos.
“Realizar ejercicio regularmente, saber gestionar las emociones y contar con un entorno familiar y escolar favorable son aspectos fundamentales para el bienestar psicológico de los más pequeños”, asegura ADIPA México, plataforma de educación online respaldada por la Universidad Sämann de Jalisco, inscrita a la SEP.

Viviana Venegas, psicóloga clínica y docente de ADIPA, recomienda una adecuación curricular que reduzca la carga académica, así como el aumento de talleres deportivos y mayores espacios recreativos. Además, recomienda una serie de estrategias para promover la salud mental infanto-juvenil.
Para mejorar el bienestar de las niñas, niños y adolescentes, la especialista propuso varias medidas dentro del entorno escolar:
Desarrollar habilidades socioemocionales de los infantes
El desarrollo socioemocional no se limita al aula: también puede fortalecerse en casa mediante conversaciones abiertas sobre las emociones. Padres y cuidadores pueden enseñar a los niños a identificar lo que sienten (alegría, tristeza, enojo, miedo) y a expresarlo sin temor.
Actividades como leer cuentos sobre sentimientos, practicar la empatía en situaciones cotidianas o jugar a identificar emociones con tarjetas pueden ser herramientas valiosas para construir un entorno emocionalmente seguro.

Fomentar la resolución pacífica de conflictos
Enseñar a resolver problemas sin violencia comienza desde el hogar. Se puede modelar conductas pacíficas mediante el diálogo respetuoso, mostrando cómo negociar acuerdos y pidiendo disculpas cuando sea necesario. Promover juegos cooperativos, donde todos ganan si trabajan en equipo, también ayuda a reforzar la importancia de la colaboración y la comunicación asertiva.
Garantizar el acceso a servicios de salud mental
Aunque los centros escolares cumplen un papel clave, las familias también deben reconocer cuándo buscar ayuda profesional. Una acción concreta es informarse sobre los servicios disponibles en la comunidad, preguntar en el centro de salud más cercano o solicitar orientación en la escuela. Normalizar el acompañamiento psicológico como parte del cuidado general, tal como se cuida la salud física, es un paso esencial que puede impulsarse desde casa.
Detectar de manera temprana conductas de riesgo, como el aislamiento social o los cambios drásticos de apetito y peso
Los padres, cuidadores y maestros son las primeras líneas de observación. Cambios como el retraimiento, alteraciones severas en el apetito o el sueño, irritabilidad constante o bajo rendimiento escolar deben encender alertas. La detección temprana empieza prestando atención a lo que los niños comunican —y a lo que no—. Mantener rutinas de conversación diaria y espacios de confianza donde el menor sepa que puede hablar sin ser juzgado, son prácticas esenciales.