Cometa 3I/ATLAS pasará cerca de la Tierra el 19 de diciembre: ¿será peligroso para los humanos?
Las estimaciones sugieren que el cometa pasará a unos 270 millones de kilómetros de nuestro planeta
Esta semana, la comunidad científica internacional centra su atención en el cometa 3I/ATLAS, un objeto interestelar que alcanzará su máxima proximidad a la Tierra el viernes 19 de diciembre. Aunque se trata de una distancia enorme en términos cotidianos, el evento representa una oportunidad excepcional de observación, ya que se trata de un cuerpo que no se originó en el Sistema Solar y que permitirá estudiar materiales formados alrededor de otras estrellas.
De acuerdo con los cálculos más recientes, el cometa pasará a unos 270 millones de kilómetros de nuestro planeta, lo que equivale aproximadamente a 1.8 veces la distancia promedio entre la Tierra y el Sol. Las agencias espaciales han sido claras: no existe riesgo alguno de impacto, ni de alteraciones gravitatorias relevantes para la Tierra u otros planetas.
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Un visitante bajo la lupa
El cometa 3I/ATLAS fue detectado por primera vez el 1 de julio de 2025 por el sistema ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System) en Chile, una red diseñada para identificar objetos cercanos a la Tierra. Poco después de su hallazgo, los astrónomos confirmaron que su trayectoria hiperbólica indicaba que se trataba de un visitante interestelar, el tercero identificado hasta ahora, después de 1I/‘Oumuamua y 2I/Borisov.
Desde su descubrimiento, el objeto despertó un interés particular debido a sus dimensiones y comportamiento. El núcleo del cometa presenta un tamaño estimado de entre 10 y 30 kilómetros de diámetro, significativamente mayor al de otros cuerpos interestelares observados anteriormente. Además, se desplaza a una velocidad superior a los 68 kilómetros por segundo, lo que explica por qué no es viable una misión espacial de acercamiento con la tecnología actual.
Antes de su aproximación a la Tierra, el cometa ya protagonizó otros eventos relevantes en su recorrido. El 29 de octubre alcanzó su máxima cercanía al Sol, situándose a unos 203 millones de kilómetros, y semanas antes, el 3 de octubre, pasó relativamente cerca de Marte, a unos 29 millones de kilómetros. Cada uno de estos episodios permitió ajustar con mayor precisión los modelos orbitales y preparar campañas de observación para el 19 de diciembre.
Durante el máximo acercamiento, el cometa se ubicará del lado opuesto del Sol, lo que descarta cualquier escenario de colisión. Aun así, su estudio es clave porque ofrece información directa sobre la formación de sistemas planetarios distintos al nuestro.
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— Guillermo Ortega Ruiz (@GOrtegaRuiz) October 28, 2025
¿Qué esperan observar los astrónomos?
Durante los días previos y posteriores al 19 de diciembre, una red internacional de más de 200 observatorios, coordinada por la Agencia Espacial Europea (ESA), seguirá de cerca al cometa 3I/ATLAS. El monitoreo incluye telescopios terrestres y espaciales, así como la revisión de archivos astronómicos para rastrear observaciones previas al descubrimiento oficial, un proceso conocido como prerecuperación.
Uno de los principales focos de interés es la actividad del cometa. A diferencia de otros visitantes interestelares, 3I/ATLAS es un cometa activo, lo que significa que libera gas y polvo cuando se calienta por la radiación solar. Observaciones del Telescopio Espacial Hubble ya habían detectado una columna de polvo y señales claras de una cola en desarrollo, fenómenos que se intensificaron conforme el objeto se acercó al Sol.
El Telescopio Espacial James Webb aportó datos clave sobre la composición química del halo que rodea al núcleo. En lugar de estar dominado por vapor de agua, como ocurre en muchos cometas del Sistema Solar, el análisis reveló altas concentraciones de dióxido de carbono, monóxido de carbono, sulfuro de carbonilo y carbono diatómico, además de hielo de agua. Esta mezcla refuerza la hipótesis de un origen en un entorno estelar distinto.
Otro fenómeno que intriga a los especialistas es el llamado “latido cósmico”, una serie de destellos de luz que se repiten aproximadamente cada 16 horas, un patrón que coincide con la rotación del núcleo. La explicación más aceptada es que grandes regiones heladas liberan material de manera periódica al recibir luz solar, aunque la regularidad del fenómeno mantiene abiertas varias líneas de investigación.
En meses recientes, el cometa también mostró aceleraciones superiores a las esperadas por la sola influencia gravitatoria del Sol, sin fragmentarse, lo que plantea interrogantes sobre su estructura interna. Además, se registraron chorros de material orientados hacia el Sol y una coloración azul intensa, rasgos poco comunes que continúan siendo analizados.
Tras este evento, el cometa continuará su recorrido y, en marzo de 2026, cruzará la órbita de Júpiter antes de abandonar definitivamente el Sistema Solar.