Qué es Zangi, la app secreta usada para transmitir triple feminicidio: "Pequeño J" y el caso de Morena, Brenda y Lara
Del narco a la red: así transmitieron en vivo el triple feminicidio en Florencio Varela que conmociona a Argentina

Los feminicidios estremecieron a Argentina y expuso la cara más oscura de la violencia narco y digital. Morena Verdi (20), Brenda Loreley del Castillo (20) y Lara Morena Gutiérrez (15) fueron vistas por última vez el 19 de septiembre en La Tablada, al subir a una camioneta Chevrolet Tracker blanca. Una semana después, sus cuerpos descuartizados aparecieron en una casa de Florencio Varela.
La investigación reveló un dato escalofriante: los asesinos transmitieron en vivo las torturas y asesinatos a través de una aplicación casi desconocida para el público general: Zangi, un servicio de mensajería de origen armenio, creado en 2013 y con base en Silicon Valley, que ofrece cifrado militar y comunicación sin rastros en la nube.

Un crimen transmitido en vivo
De acuerdo con las pesquisas, el principal sospechoso, el narco Tony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, se creó una cuenta en Zangi la misma noche de la desaparición de las jóvenes. Desde allí, transmitió el triple feminicidio a unas 40 personas, todas vinculadas al circuito narco.
“Así le va al que me roba”, se escucha decir en uno de los fragmentos grabados por un “soldadito” con otro celular, único registro que llegó a manos de la Justicia. La frase apunta al móvil: la sospecha de un robo de droga dentro de la red que lideraría "Pequeño J".
Las tres víctimas fueron sometidas a torturas atroces: a Lara, la menor, le amputaron dedos y una oreja antes de asesinarla de una puñalada en el cuello; a Brenda la golpearon y le quebraron el cuello; a Morena le aplastaron la cabeza. El ensañamiento, según los fiscales, revela un crimen atravesado por la violencia de género y la lógica mafiosa.
Detención de "Pequeño J": VIDEO
La Policía de la Provincia de Buenos Aires atrapó a Pequeño J en coordinación con la Policía de Perú
— Karina Alice (@Karina__Alice) October 1, 2025
Ya estaba en Perú. A Bullrich otra vez se le "filtró" por las fronteras que ella controla. pic.twitter.com/2iewBBU62C
Zangi: la app fantasma del narco
Especialistas en ciberseguridad advierten que Zangi se ha convertido en la “app fantasma” del crimen organizado. A diferencia de WhatsApp o Telegram, no requiere número telefónico, asigna un código aleatorio a cada usuario, no guarda datos en servidores y permite que los mensajes y transmisiones viajen de teléfono a teléfono.
“Lo que más preocupa es que no deja rastros. Para los investigadores es casi indetectable”, explicó el analista Ariel Corgatelli. Estas características hicieron que Zangi fuera adoptada por bandas como Los Menores en Rosario, el Tren de Aragua y grupos de trata y estafas digitales.
En este caso, la aplicación no solo sirvió para coordinar la logística del secuestro y asesinato, sino también para exhibir la violencia como mensaje disciplinante dentro del circuito narco.

Tecnología, violencia y consumo digital
El triple feminicidio de Morena, Brenda y Lara abre un debate más amplio: la violencia como espectáculo en la era digital. El video del crimen, aunque sin registros oficiales, circuló entre usuarios que lo compartieron en redes sociales, evidenciando cómo la brutalidad se convierte en producto de consumo, monetizable en interacciones y seguidores.
El morbo digital, advierten especialistas, se mezcla con incentivos de las plataformas: “No se trata solo de ver, sino de capitalizar el dolor ajeno”, analizan. La violencia, en lugar de ser un límite social, se transforma en contenido.

Justicia y vacío legal
El caso deja en evidencia no solo el poder de las redes narco, sino también el vacío legal frente a aplicaciones imposibles de rastrear. Expertos en seguridad reclaman marcos internacionales para regular este tipo de plataformas.
Mientras tanto, las familias de Morena, Brenda y Lara exigen justicia y se aferran a la memoria de las jóvenes. Lo ocurrido es un llamado urgente a reconocer que el feminicidio no es solo un crimen, sino una práctica de disciplinamiento narco que se potencia con el uso de tecnologías invisibles y el consumo mediático del dolor.
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