Del golpe al auto al disparo que le arrebató la vida: la otra cara del feminicidio de Carla Bañuelos
Lo que no se dice sobre el feminicidio de Carla Bañuelos en Guadalajara

Carla Bañuelos fue asesinada a sangre fría por un hombre que le disparó con un arma de uso militar tras una discusión vial. Pero el crimen no terminó con su muerte: en redes sociales, miles buscaron culparla de su propia ejecución.
En México, los feminicidios ya no sorprenden como deberían. Se han vuelto tan comunes que, en muchos casos, la indignación pública se apaga antes de iniciar. Peor aún: en lugar de generar empatía, muchos delitos contra mujeres desencadenan reacciones que culpabilizan a las víctimas.
Comentarios como “¿Por qué andaba sola a esas horas?”, “Ella lo provocó”, o “Se lo buscó por vestirse así”, abundan en redes sociales y conversaciones cotidianas. Esta narrativa no solo es revictimizante, también es funcional para los feminicidas, porque justifica y perpetúa la violencia machista.
El caso de Carla Bañuelos, asesinada en la colonia Balcones de Oblatos, en Guadalajara, es un ejemplo crudo de este mecanismo de revictimización. Las imágenes captadas por una cámara de vigilancia muestran cómo, tras una discusión vial, el agresor saca un rifle AR-15 de su vehículo y le dispara a quemarropa. Ella no estaba armada. Él sí.
“Ella empezó”: el discurso que culpa a las asesinadas
Tras el feminicidio, comenzaron a circular videos y mensajes en redes sociales que responsabilizaban a Carla por haber golpeado con una escoba el auto del agresor. Como si ese acto justificara su ejecución. Como si la vida de una mujer pudiera valer menos por atreverse a confrontar a un hombre.
Esta narrativa misógina es peligrosa por varias razones:
1. Justifica la violencia extrema
Culpar a Carla por su muerte es sugerir que la violencia letal fue una reacción comprensible. Es aceptar que una mujer puede ser asesinada por expresar enojo o frustración. No es defensa propia: es ejecución.
2. Exige sumisión total a las mujeres
Al insinuar que ella “se lo buscó”, se refuerza la idea de que las mujeres no tienen derecho a defenderse o alzar la voz. Cualquier reacción puede ser usada en su contra como “provocación”.
3. Convierte al feminicida en víctima
Algunos comentarios incluso mostraron empatía con el asesino. Afirmaciones como “cualquiera reaccionaría así” son una distorsión inaceptable de la realidad. Él tomó un arma, apuntó y disparó con intención de matar.
4. Funciona como herramienta de control social
La revictimización no es inocente. Sirve para enviar un mensaje de advertencia a otras mujeres: si eres fuerte, libre o contestataria, no solo puedes morir, también serás culpada.

Feminicidio viralizado: una doble violencia
El asesinato de Carla fue grabado por cámaras de vigilancia y el video explícito se viralizó casi de inmediato. Esa difusión masiva constituyó otra forma de violencia: la exposición pública de su muerte sin consentimiento de su familia, sin respeto por su dignidad.
“La viralización genera múltiples violencias adicionales contra mujeres que ya no están. No solo se exponen sus cuerpos, también se exponen sus vidas”, explicó la doctora Guadalupe Ramos Ponce, investigadora de la UdeG e integrante de Cladem.
Este tipo de exposición perpetúa un ciclo de deshumanización: cada reproducción del video convierte a Carla en un espectáculo y refuerza el trauma colectivo sin movilizar a la justicia.
¿Qué dice la ley sobre revictimización?
La revictimización ocurre cuando una víctima no solo sufre un delito, sino que después es vulnerada por el sistema de justicia, los medios o la sociedad. Según el Modelo Integral de Atención a Víctimas en México, se trata de una serie de acciones u omisiones que vuelven a causar daño, incluso emocional, al hacerla sentir culpable o expuesta.
Los servidores públicos, medios de comunicación y redes sociales juegan un papel clave en la prevención —o perpetuación— de este fenómeno. En muchos casos, funcionarios sin formación en género desacreditan o minimizan el testimonio de las víctimas. Y los medios, al titular con frases como “Mujer muere tras discusión” en lugar de “Hombre asesina a mujer”, diluyen la responsabilidad del agresor.

Feminicidios en Jalisco: violencia con sello de crueldad
El asesinato de Carla no es un caso aislado. Según datos sistematizados por Cladem, en 1997 se registraron 34 asesinatos de mujeres en Jalisco. Hoy, esa cifra supera los 200 casos anuales, con niveles cada vez mayores de violencia y saña.
No solo es la cantidad. Es la forma. Muchas de estas mujeres fueron asesinadas en sus casas, en la vía pública o frente a sus hijos, con armas de alto poder como las que Carla enfrentó. De hecho, el arma con la que fue ejecutada, un AR-15, es de uso exclusivo del ejército, pero ingresó de forma ilegal desde Estados Unidos. Esto revela otro ángulo de la violencia feminicida: la impunidad del tráfico de armas en México.
Medios y justicia: ¿quién protege a las víctimas?
El Estado tiene la obligación legal y moral de proteger a las víctimas, no de exponerlas. La Convención de Belém do Pará (1994) insta a los gobiernos a generar legislación que frene la violencia contra las mujeres, incluyendo las malas prácticas mediáticas.
Los medios deben dejar de publicar fotos explícitas de las víctimas —especialmente en delitos sexuales o feminicidios— y comenzar a cubrir los rostros de los agresores con el mismo celo con el que “protegen” a los victimarios.
También se deben generar protocolos con enfoque multidisciplinario: no basta con la ley. Se necesita formación en psicología, sociología y derechos humanos para garantizar una atención real y sensible a las mujeres violentadas, en este caso, hasta a la hija de Carla que presenció el feminicidio de su madre.
Carla no fue culpable. Carla fue asesinada
El feminicidio de Carla Bañuelos duele. Y duele más porque no solo fue asesinada por un hombre armado, sino castigada por una sociedad que permite que su muerte sea cuestionada.
La justicia para Carla no solo pasa por castigar al responsable. Pasa también por transformar las narrativas. Por dejar de preguntarnos “qué hizo ella” y comenzar a exigir respuestas al sistema que permitió su asesinato.
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