Héctor "N": Selfies, cadenas y un iPhone, así se mostraba en redes el presunto asesino de David Cohen
Las imágenes que muestran cómo presumía su vida en redes el presunto asesino del abogado David Cohen, Héctor "N"

En redes sociales, Héctor "N" —el joven detenido por el asesinato del abogado David Cohen Sacal— se mostraba como un “chacaloso del barrio”: selfies frente al espejo con un iPhone, cadenas brillantes, relojes con brillo falso y fondos decorativos con retratos de Marilyn Monroe.
Pero detrás de esas imágenes cuidadosamente filtradas se escondía una realidad muy distinta: un vendedor de bicicletas con secundaria sin terminar, reclutado supuestamente por un sicario apodado “El Gufy” para cometer un asesinato por apenas 30 mil pesos.

El “trabajo” que terminó en tragedia
La tarde del lunes 13 de octubre, Héctor llegó a las inmediaciones de la Ciudad Judicial junto con un cómplice a bordo de una motocicleta. Esperaron más de media hora hasta que Cohen salió de los juzgados. Alguien dio la señal, y el joven se acercó para disparar a quemarropa.
Lo que no esperaba era que un agente de la Policía de Investigación (PDI) respondiera al ataque, lo hiriera y lo detuviera en el acto.
El abogado Cohen falleció horas después, a las 00:02 del martes, mientras que Héctor fue trasladado al hospital bajo custodia policial.
En sus primeras declaraciones, el detenido aseguró que no sabía quién era su víctima ni por qué lo querían muerto. Solo reconoció que le ofrecieron entre 30 y 50 mil pesos por el crimen, según versiones de El Universal.
Intentó engañar a las autoridades afirmando que era menor de edad, pero el Registro Nacional de Detenciones reveló su verdadera identidad: Héctor Hernández Escartín, de 18 años, con antecedentes por robo y narcomenudeo.
De las selfies al crimen
Héctor Hernández Escartín, originario de Tepito y residente de Xochimilco, llevaba una vida aparentemente común. En sus publicaciones, proyectaba una imagen de poder y estilo urbano.
Posaba con gorra roja, tenis de marca y camisetas con frases en inglés, frente a un espejo rodeado de muebles y cajas. En cada foto, ocultaba su rostro con emojis: corazones, caras sonrientes o expresiones sorprendidas. Era su forma de mostrar que pertenecía a un mundo “duro”, pero también de esconder su identidad.
En otra imagen, aparece con una chamarra oscura y un cigarro en la mano, frente a luces metálicas, probablemente en una calle. Las fotos parecen extraídas de historias de Instagram o publicaciones en Facebook, acompañadas de letras de canciones que refuerzan la estética del “malandro” urbano.
Sin embargo, esa imagen aspiracional contrastaba con su verdadera vida: un joven de 18 años que sobrevivía vendiendo productos y bicicletas en Tepito. Fue en ese entorno donde, según su declaración, “El Gufy” lo contactó y le ofreció dinero a cambio de un “trabajo”: matar al abogado David Cohen.
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— Guillermo Ortega Ruiz (@GOrtegaRuiz) October 15, 2025
La doble vida de las redes : IMÁGENES
Lo que más llamó la atención tras su detención fueron sus redes sociales. En ellas, Héctor construyó una versión digital de sí mismo: un joven con “nivel”, fan de la estética del narco y del barrio, con filtros, emojis y canciones.
Pero fuera del feed, su vida se reducía a trabajos esporádicos y un entorno marcado por la precariedad y la violencia.
El contraste entre sus selfies y su realidad desató comentarios en línea: “Se quería hacer el sicario y acabó preso y baleado”, escribió un usuario, resumiendo el cinismo con el que el caso fue recibido en internet.


La investigación sigue
La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México confirmó que en el asesinato participaron al menos dos personas y que ya se siguen diversas líneas de investigación. Hasta ahora, “El Gufy” —quien presuntamente reclutó a Héctor y le entregó el arma— sigue en el misterio.
Mientras tanto, las imágenes del joven siguen circulando en redes como una radiografía inquietante de una generación que confunde la fama digital con el poder real, y que en su intento por parecer “alguien” en internet, termina atrapada en una narrativa de muerte y vacío.
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