Kimberly Moya: ¿De quién es la sangre hallada en botas de Gabriel y Paulo “N”, sospechosos del caso?

Elena Martínez 16 octubre, 2025

Fiscalía General de Justicia del Estado de México mantiene hermetismo sobre las evidencias

 ©Cuartoscuro. - La joven no ha sido localizada por las autoridades.

La investigación por la desaparición de Kimberly Hilary Moya, estudiante del CCH Naucalpan, tomó un giro crucial tras el hallazgo de sangre humana en unas botas encontradas en un taller mecánico de Naucalpan, vinculado directamente con uno de los presuntos responsables.

Los análisis preliminares apuntan a que los rastros biológicos podrían pertenecer a la víctima, aunque la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) mantiene hermetismo sobre los resultados definitivos.

El descubrimiento se produjo durante un cateo ejecutado por agentes ministeriales en el taller donde laboraba Gabriel Rafael “N”, detenido junto con Paulo Alberto “N” por el delito de desaparición de personas cometida por particulares. Ambos fueron arrestados la semana pasada y permanecen en el Centro Penitenciario de Tlalnepantla bajo prisión preventiva justificada.

En el sitio, los peritos localizaron unas botas con manchas hemáticas, ocultas detrás de una tarima metálica y parcialmente cubiertas de grasa. El hallazgo fue documentado con fotografía forense, embalado y trasladado al Laboratorio de Servicios Periciales para análisis biológicos y genéticos.
De acuerdo con fuentes judiciales consultadas, la primera prueba de laboratorio confirmó que la sangre es humana y presenta coincidencias de grupo sanguíneo con la víctima.

Sin embargo, la confirmación genética total, a través de la comparación de ADN con muestras proporcionadas por la familia de Kimberly, aún está en curso. La Fiscalía espera contar con el resultado definitivo en los próximos días para presentarlo ante el juez que lleva la causa.

Un indicio que podría cambiar el rumbo del caso

La Fiscalía del Estado de México considera que esta evidencia puede ser determinante para acreditar la participación directa de los detenidos en la desaparición de la joven. Los investigadores sostienen la hipótesis de que Kimberly estuvo en ese taller o fue trasladada allí después de ser interceptada el pasado 2 de octubre en la colonia San Rafael Chamapa, cuando caminaba rumbo a un café internet.

De acuerdo con el expediente, Gabriel “N” habría interceptado a la menor y obligado a subirla a un vehículo Volkswagen gris, conducido por Paulo “N”. Desde entonces, no se ha vuelto a saber nada de la estudiante.
El hallazgo de la sangre refuerza la versión de que los sospechosos mantuvieron contacto físico con la víctima, aunque la defensa de ambos asegura que los rastros podrían provenir de una “actividad laboral previa” en el taller.

Silencio oficial y exigencia familiar

Pese a la trascendencia del hallazgo, la FGJEM ha evitado emitir declaraciones públicas sobre el análisis forense. Según portavoces de la institución, el sigilo es necesario para no entorpecer las diligencias que buscan confirmar el origen de la sangre y su relación con el vehículo usado en la desaparición.

La madre de la joven, Jacqueline González, fue notificada del hallazgo, pero mantiene cautela ante las versiones oficiales. “Nos dicen que hay coincidencias, pero no certezas. No queremos rumores, queremos pruebas”, expresó ante medios locales.

Para ella, el silencio institucional alimenta la incertidumbre. “Yo solo quiero saber si esa sangre es de mi hija”, dijo, a las puertas del juzgado donde los acusados enfrentaron su primera audiencia.

¿De quién es la sangre?

Si el análisis confirma que la sangre pertenece a Kimberly, la acusación podría reclasificarse y ampliarse a delitos más graves, como feminicidio o privación de la vida.

De lo contrario, los investigadores tendrían que reconstruir otras líneas de investigación, en un caso que ha conmocionado a la comunidad universitaria y a todo el Estado de México.