Así es San Rafael Chamapa, lugar donde raptaron a Kimberly Moya: Violencia cotidiana y olvido

Metzli Escalante 8 octubre, 2025

Entre ramas, calles oscuras y omisiones: San Rafael Chamapa y la calle Filomeno Mata, donde raptaron a Kimberly Hilary Moya González

 ©Especial. - Kimberly Hilary Moya González.

En San Rafael Chamapa, Naucalpan, Estado de México, la búsqueda de Kimberly Hilary Moya González, estudiante del CCH Naucalpan de 16 años, se ha convertido en un símbolo de indignación. A casi una semana de su desaparición, su madre, Berenice Jaqueline González, insiste:

“Mi hija no se perdió, se la llevaron”.

La adolescente fue vista por última vez el 2 de octubre de 2025, cuando salió de su casa en la colonia San Rafael Chamapa para sacar copias de una tarea escolar. Su trayecto, breve y cotidiano, quedó parcialmente captado por cámaras de seguridad públicas y privadas. Sin embargo, un detalle aparentemente mínimo —unas ramas que cubrían el lente de una cámara— impidió registrar el momento en que fue sustraída.

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Kimberly Hilary Moya González, la alumna del CCH Naucalpan que desapareció cuandk fue por unas copias.

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San Rafael Chamapa: entre el tránsito cotidiano y la violencia persistente

San Rafael Chamapa es una de las colonias más amplias y pobladas de Naucalpan de Juárez, una zona semiurbana que combina viviendas, pequeños comercios, cibercafés y mercados populares. Las calles, muchas de ellas estrechas y empinadas, se conectan con vialidades principales como el Boulevard Colosio y Avenida Minas Palacio, por donde transitan estudiantes, trabajadores y madres de familia que acuden a los servicios cercanos.

El entorno urbano refleja desigualdades profundas. En medio de viviendas de interés social y pequeños locales, abundan calles con baches, luminarias dañadas, cables expuestos y drenaje deficiente. En temporada de lluvias, los vecinos reportan inundaciones recurrentes y acumulación de basura, especialmente en los Condominios La Rosa, afectados por el desbordamiento de la presa San Rafael, de acuerdo con La Razón de México.

Es una comunidad viva, pero golpeada por la ausencia institucional, de acuerdo con Milenio: sin mantenimiento urbano constante, sin vigilancia efectiva y con una sensación de abandono que la población percibe todos los días.

Una desaparición que expuso las grietas de la seguridad

El caso de Kimberly Moya evidenció las fallas estructurales del sistema de videovigilancia del Estado de México.
El punto exacto donde desapareció —frente a una casa color naranja en San Rafael Chamapa— está cubierto por una cámara del C5, pero el lente quedó bloqueado por ramas de un árbol. Ese ángulo ciego se convirtió en el vacío más doloroso de la investigación.

Pese a que la zona cuenta con infraestructura tecnológica, luminarias LED y postes de monitoreo, la falta de mantenimiento dejó sin registro el instante crucial.

Una falla que no solo es técnica, sino también institucional: en un municipio donde la violencia contra mujeres jóvenes es constante, que un árbol tape una cámara no debería ser posible.

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Fueron unas ramas de un árbol sin podar las que ocultaron el momento en que raptaron a Kimberly en Naucalpan

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Violencia cotidiana en San Rafael Chamapa

Los delitos en esta zona son múltiples y frecuentes. A continuación, los más recientes reportados por medios locales:

  1. Homicidio de un hombre de 60 años afuera de su casa en la calle Díaz y Calzada de Guadalupe; una menor resultó lesionada.

  2. Joven de 22 años asesinado con golpes y disparos en el andador Agustín Melgar, tras acompañar a su novia.

  3. Ataque armado en una tienda de abarrotes en Avenida Minas Palacio, con dos muertos y un herido.

  4. Robos de autopartes y desvalijamientos de vehículos en calles interiores de la colonia.

  5. Red de cámaras ilegales usada por grupos criminales para vigilar zonas y planear delitos; autoridades desmantelaron más de 200 dispositivos en operativos recientes.

  6. Ataque armado en el que un hombre murió y una menor resultó herida, también en Díaz y Calzada de Guadalupe.

Estos hechos dibujan un mapa delictivo alarmante, donde homicidios, robos y agresiones ocurren tanto en calles principales como en callejones interiores. Las zonas con menor iluminación y poco tránsito son las más vulnerables.

Filomeno Mata: el último punto donde se vio a Kimberly

La calle Filomeno Mata, en San Rafael Chamapa, es un corredor vecinal de tránsito moderado. A un costado se encuentra el Mercado Filomeno Mata, rodeado de cibercafés, papelerías, locales de abarrotes y taquerías familiares.

Desde ahí, Kimberly caminó rumbo a su casa con una mochila rosa al hombro, blusa verde de tirantes y sudadera gris. Era un recorrido habitual, de apenas unos minutos.

Las vialidades cercanas —Minas Palacio, Río Tula y la Privada Filomeno Mata— son mixtas: algunas pavimentadas, otras de terracería. A ratos hay transporte público, pero también espacios poco iluminados y zonas donde la vigilancia policial es escasa.

Vecinos denuncian robos a autos estacionados y la presencia de locales informales con baja supervisión, lo que genera microespacios de riesgo, sobre todo para jóvenes y estudiantes que transitan solas.

Un entorno feminizado por la ausencia del Estado

El caso de Kimberly Moya no es un hecho aislado. En abril del mismo año desapareció Tamara Romero Matehuala, también estudiante del CCH Naucalpan. Ambas compartían no solo la edad y la ruta escolar, sino la vulnerabilidad de caminar en un municipio donde la inseguridad se normalizó bajo el silencio institucional.

Las calles de San Rafael Chamapa —con sus pendientes, árboles desbordados y cámaras mal orientadas— son un retrato de cómo la infraestructura también tiene género: los vacíos urbanos se vuelven trampas para las mujeres.

Ahí donde el Estado no poda un árbol, no repara una lámpara o no patrulla una esquina, la violencia encuentra su espacio para actuar.

Una madre frente al vacío

Mientras tanto, Berenice Jaqueline González sigue exigiendo la aparición con vida de su hija. En Periférico Norte, encabezó un bloqueo el 6 de octubre junto a vecinos, estudiantes y colectivos feministas.

“Quiero a mi hija ya, yo necesito a mi hija ya”, gritó entre lágrimas.

El reclamo es también un mensaje al Estado:

  • No basta con tener cámaras, postes y tecnología.

  • Hace falta voluntad, vigilancia constante y perspectiva humana.

Porque detrás de esas ramas que taparon una cámara, puede estar la clave para saber qué le pasó a Kimberly Hilary Moya González, además de la constante de la violencia generalizada.

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