Padre Ernesto Baltazar: cronología de la muerte, de sus encuentros íntimos, hasta su hallazgo entre aguas negras
La FGJEM mantiene bajo prisión preventiva a María Fernanda “N” y Brandon Jonathan “N”, mientras la investigación continúa abierta y apunta también a Fátima “N”
La muerte del sacerdote Ernesto Baltazar Hernández Vilchis ha generado conmoción en el Estado de México y ha derivado en una de las investigaciones más complejas de los últimos meses. El caso involucra desaparición, consumo de sustancias, agresiones, venta del vehículo de la víctima y un intento de ocultamiento que terminó con el hallazgo del cuerpo en un canal de aguas residuales.
Para entender cómo avanzó la indagatoria, esta es la cronología completa sin fechas, construida únicamente a partir de los hechos y las acciones registradas por la autoridad. El sacerdote fue visto por última vez cuando salió de su hogar en el municipio de Tultepec, rumbo a otra zona del Valle de México.
Las primeras imágenes que la autoridad logró recuperar mostraron que no iba solo: lo acompañaba una mujer identificada posteriormente como Fátima “N”, quien más adelante sería detenida como una de las principales involucradas. Esa grabación se convirtió en el primer rastro sólido que permitió reconstruir su recorrido.
La reunión que terminó en violencia dentro del inmueble
La siguiente pista apareció cuando la Fiscalía ubicó al sacerdote entrando a un hotel en Tultitlán, acompañado por la misma mujer. Tras permanecer un tiempo ahí, ambos se trasladaron en el vehículo del sacerdote al domicilio de Brandon Jonathan “N”, ubicado en la Unidad Habitacional Morelos, un sitio que más tarde sería identificado como el lugar donde ocurrió la agresión que le causó la muerte.
En la vivienda también se encontraba el propio Brandon, quien habría convivido con la víctima y con Fátima consumiendo bebidas alcohólicas y estupefacientes.
Durante esta convivencia, según la carpeta de investigación, Fátima suministró al sacerdote gotas de clonazepam, lo que redujo su capacidad de reacción y lo dejó en un estado de somnolencia. La Fiscalía sostiene que el objetivo era facilitar el despojo de sus pertenencias.
La agresión fatal y el intento de ocultar el cuerpo
Mientras el sacerdote comenzaba a despertar, se produjo un forcejeo. En ese momento, Brandon Jonathan “N” lo habría atacado con un bate metálico o un objeto punzocortante, causándole heridas fatales dentro del inmueble.
Minutos después de la agresión, al domicilio llegó María Fernanda “N”, pareja sentimental de Brandon, quien presuntamente participó en el intento de ocultar el cuerpo. Para deshacerse de él, los implicados envolvieron el cadáver en bolsas negras, lo amarraron a un sillón y lo subieron al vehículo del propio sacerdote. Con la camioneta, se trasladaron hacia el municipio de Nextlalpan, donde abandonaron el cuerpo en un canal de aguas residuales, lugar al que regresaron más tarde para intentar asegurarse de que no fuera descubierto.
Mientras esto ocurría, familiares y miembros de la diócesis del sacerdote reportaron su desaparición. La Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) comenzó la búsqueda, revisó cámaras de vigilancia, arcos carreteros y testimonios, y finalmente logró seguir la ruta del vehículo del sacerdote. Al revisar las imágenes del sistema de videovigilancia, también se observó que en algunos trayectos la camioneta era acompañada por una motocicleta, cuyo dueño declaró luego que se la había prestado a Brandon, reforzando la línea principal de investigación.
Del cateo al hallazgo: la evidencia que llevó a las detenciones
Con estos indicios, la Fiscalía solicitó una orden judicial para catear el domicilio de Brandon. En la vivienda se localizaron objetos personales del sacerdote, una estola religiosa, ropa manchada con rastros hemáticos visibles mediante luminol y armas punzocortantes. Estas evidencias confirmaron que la agresión ocurrió dentro del inmueble y permitieron trazar con mayor precisión el lugar donde se había abandonado el cuerpo.
Tras procesar la información del cateo, elementos ministeriales acudieron al canal de aguas residuales en Nextlalpan, donde finalmente recuperaron el cuerpo. El avanzado estado de descomposición dificultó la identificación inicial, pero estudios genéticos confirmaron que se trataba del sacerdote Ernesto Baltazar.
A partir de este hallazgo, la Fiscalía detuvo a María Fernanda “N” y Brandon Jonathan “N”, quienes fueron ingresados a los penales de Barrientos y Cuautitlán, respectivamente. Después fue detenida Fátima “N”, señalada por haber drogado al sacerdote y por su participación en los hechos previos y posteriores al homicidio. Los tres ahora enfrentan acusaciones por desaparición cometida por particulares y homicidio calificado.
Durante su primera audiencia, la defensa de Brandon y María Fernanda solicitó la duplicidad del término para definir su situación jurídica. El juez concedió la petición, pero ordenó que ambos permanezcan bajo prisión preventiva mientras continúa la investigación.
La Fiscalía mantiene abiertas varias líneas para determinar si hubo más personas involucradas y para esclarecer por completo un caso que ha provocado indignación entre feligreses, autoridades e instituciones religiosas en el Estado de México.