¿Por qué llegan tantos huracanes a Acapulco?
El litoral de Guerrero, particularmente Acapulco, es una región ciclogénica donde confluyen factores que favorecen la formación e intensificación de huracanes

A menos de doce meses del catastrófico impacto del huracán Otis, que azotó Acapulco en octubre de 2023 y dejó daños estimados en 16 mil millones de dólares, según el Instituto de Ingeniería de la UNAM, otro fenómeno extremo golpeó las costas de Guerrero: el huracán John, que tocó tierra el 23 de septiembre de 2024 como categoría 3, dejando inundaciones, deslaves y severos daños a la infraestructura turística.
“El mar se comió playas como Pie de la Cuesta, y al menos veinte personas fallecieron”, informó la alcaldesa Abelina López. Según sus estimaciones, la recuperación costará más de 50 mil millones de pesos.

Un entorno ideal para la formación de ciclones
El investigador Alejandro Jaramillo, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC), explica que la ubicación geográfica de Acapulco hace que esta zona del Pacífico mexicano sea altamente propicia para la formación de ciclones tropicales.
“Es, por así decirlo, una región ciclogénica. Se combinan múltiples factores que favorecen tanto la formación como la intensificación de estos sistemas”, puntualiza el especialista.
Conoce la escala Saffir-Simpson para identificar la clasificación de un Ciclón Tropical de acuerdo a la velocidad de viento registrada. pic.twitter.com/pLXU12vXgk
— Protección Civil y Bomberos de Acapulco (@pcivilacapulco) June 18, 2025
Aguas cálidas, vapor y energía
El combustible de los ciclones es el vapor de agua que se genera en mares cálidos. Las temperaturas superficiales del océano frente a las costas de Guerrero han ido en aumento, proporcionando una fuente constante de energía que alimenta la formación de estos sistemas.
Además, la región se encuentra en la Zona de Convergencia Intertropical, una franja cercana al ecuador donde se cruzan vientos alisios del hemisferio norte y sur, creando condiciones inestables ideales para que ondas tropicales evolucionen en ciclones.

No solo importa la categoría: el peligro silencioso de las lluvias
Aunque Otis y John fueron distintos en su impacto, ambos dejaron secuelas de gran alcance. Jaramillo advierte que centrarse únicamente en la categoría del huracán es un error.
“John generó mucha precipitación. No debemos pensar que solo los eventos más intensos son peligrosos. Todos los ciclones pueden provocar lluvias torrenciales, deslaves y marea de tormenta”, dijo.
Este tipo de precipitación extrema, combinada con la topografía escarpada y la urbanización desordenada de Acapulco, genera escenarios de riesgo masivo, incluso si el ciclón no llega a tierra.

Urbanización descontrolada y vulnerabilidad estructural
Otro elemento clave en la magnitud de los daños es la manera en que se ha desarrollado la ciudad. De acuerdo con la investigadora Naxhelli Ruiz Rivera, del Instituto de Geografía de la UNAM, la urbanización sobre pendientes, humedales y cauces naturales ha incrementado la vulnerabilidad ante lluvias intensas.
“Cuando se construye sobre montañas con pendientes y suelos impermeabilizados, el agua ya no se filtra, sino que corre con fuerza, arrastrando sedimentos, rocas y basura hacia las zonas bajas”, explicó.
Además, muchas de las zonas urbanizadas en las últimas décadas, como los alrededores de la laguna de Tres Palos o el río Papagayo, son áreas naturalmente propensas a inundaciones, pero fueron transformadas en zonas turísticas o residenciales, aumentando la exposición al desastre.
¿Se repetirá esta historia?
Todo indica que sí. Según el investigador Benjamín Martínez López, también del ICAyCC, el calentamiento de los océanos continuará, alimentando fenómenos cada vez más intensos.
“Podemos esperar más olas de calor marino y huracanes más fuertes. El patrón está claro: la temperatura del mar sube, y con ella, el riesgo”, declaró.
Jaramillo coincide en que la combinación de aguas cálidas, la zona de convergencia y las perturbaciones atmosféricas seguirá haciendo de la región un “nido de ciclones”.
Desplazamiento climático: la huida forzada de Acapulco
Las consecuencias no son solo económicas o ambientales, también son humanas. Tras Otis, al menos 187 mil personas fueron desplazadas, según el Reporte Global de Desplazamiento Interno citado por la ONU.
Ruiz Rivera advierte que una segunda oleada de desplazamientos tras el huracán John es probable, debido a la falta de recursos, la pérdida de infraestructura y el colapso del turismo.
“Sin un replanteamiento serio del desarrollo urbano y económico, Acapulco corre el riesgo de volverse una ciudad inviable para muchas personas”, alertó.

¿Qué se puede hacer?
La solución, según expertos, pasa por un enfoque integral:
Reordenamiento territorial
Actualización de Atlas de Riesgo
Reubicación de asentamientos en zonas de alto peligro
Fortalecimiento de infraestructura resiliente
Diversificación económica para depender menos del turismo estacional
“No podemos seguir construyendo vulnerabilidad. Se requiere inversión, planeación y participación social para que Acapulco no siga siendo víctima de cada tormenta”, concluyó Ruiz Rivera.
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