Geneviève Jeanningros, la íntima amiga del Papa que se despidió entre lágrimas y sin protocolo
La religiosa francesa de 81 años permaneció por varios minutos orando y llorando frente al féretro del Pontífice

Una escena conmovedora marcó el último adiós al Papa Francisco este miércoles en la Basílica de San Pedro. Entre los cientos de cardenales, obispos y fieles que acudieron a rendir homenaje al Pontífice, una figura destacó por su emotiva acción: Geneviève Jeanningros, monja de la orden de las Hermanitas de Jesús, quien se saltó el protocolo para quedarse junto al féretro del Santo Padre.
Ataviada con una pequeña mochila y vestida con su hábito sencillo, la religiosa se ubicó en una esquina delimitada por el cordón de seguridad. Desde ahí, permaneció durante siete minutos rezando en silencio, visiblemente emocionada, mientras las lágrimas rodaban por su rostro. Nadie del personal del Vaticano ni del cuerpo eclesiástico interrumpió su momento.
Genevieve Jeanningros, la monja amiga del Papa, llora ante su féretro https://t.co/A1AJ2oFYKi pic.twitter.com/rviK1UGY40
— Europa Press TV (@europapress_tv) April 23, 2025
Oración, lágrimas y un último gesto de amor
El resto de asistentes, entre ellos cardenales y diplomáticos, continuó su paso solemne mientras Jeanningros mantenía su vigilia personal y silenciosa, una despedida marcada por la intimidad y el profundo cariño.
El gesto de la religiosa conmovió a muchos, al tratarse de una mujer reconocida por su estrecha amistad con Francisco. Se conocieron años atrás y, según diversas fuentes vaticanas, el Papa la llamaba cariñosamente “la enfant terrible”, debido a su espíritu libre y su labor poco convencional en las periferias.
Una amistad fuera de lo común
Geneviève Jeanningros tiene 81 años y ha dedicado su vida a causas sociales poco visibilizadas dentro de la Iglesia. Es conocida por su trabajo con personas transexuales, homosexuales y feriantes en Ostia, Italia, a quienes acompañaba incluso en audiencias generales del Papa.
Desde 2022, su presencia en el Vaticano se volvió habitual. Francisco apoyó su labor pastoral centrada en “restaurar la dignidad” de personas marginadas, en especial aquellas que habían sido empujadas a la prostitución.
“Ninguna persona debe sufrir la injusticia de ser desechada, a nadie se le puede arrebatar la dignidad de ser hijo de Dios”, dijo Jeanningros en una entrevista concedida al diario oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano.
Un símbolo de cercanía y ruptura de esquemas
En medio del protocolo vaticano, su despedida fue un acto de amor auténtico, y también una declaración: el Papa Francisco cultivó amistades con personas fuera del clero tradicional, respaldando su misión en los márgenes de la sociedad. La imagen de la religiosa llorando a su lado es ahora símbolo de ese espíritu de cercanía, compasión y apertura que caracterizó su papado.
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