La historia de Raúl Moctezuma y cómo un puesto de tacos lo salvó de la explosión de pipa en Iztapalapa

Metzli Escalante 3 octubre, 2025

El milagro de Raúl: cómo un puesto de tacos lo salvó de la explosión en el Puente de la Concordia

 ©Captura de pantalla. - Raúl Moctezuma.

Raúl Moctezuma nunca imaginó que un puesto de tacos le salvaría la vida. Ese 10 de septiembre, mientras atendía en el tianguis de El Salado, el lugar donde solía dormir bajo el puente de La Concordia se convirtió en un infierno por la explosión de una pipa de gas en Iztapalapa.

Una tragedia que enlutó a Iztapalapa

La explosión se originó por la volcadura de una pipa que transportaba 49 mil litros de gas LP. De acuerdo con la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, la principal causa fue el exceso de velocidad. El siniestro alcanzó no solo al puente de La Concordia, sino también al paradero de Santa Martha, donde varias personas resultaron con quemaduras.

Las víctimas han dejado historias que han conmovido al país:

  • Óscar Uriel García, un joven médico que perdió la vida mientras ayudaba a otros.

  • Alicia Matías, una abuelita que murió protegiendo a su nieta.

  • Ana Daniela Barragán, cuyo celular fue encontrado en los restos de la explosión, pero su familia no la encontraba.

  • Los estudiantes del IPN, Jovani Martínez y Juan Carlos Sánchez Blas, quien falleció en el lugar.

La explosión no solo cobró vidas, también despojó a comunidades enteras de su tejido social. Entre ellas, la de las personas en situación de calle que habitaban bajo el puente.

Así se salvó Raúl Moctezuma

“Me tocó ir al tianguis El Salado... si no, a mí me hubiera tocado aquí”, recuerda con la voz entrecortada para Fuerza Informativa Azteca. Raúl vive en situación de calle y había hecho del bajo puente su hogar. Ese día, la decisión de ayudar en un puesto de tacos marcó la diferencia entre la vida y la muerte.

Mientras él trabajaba, las llamas arrasaron el sitio donde dormía y convivía con sus amigos. Muchos de ellos ya no están. La tragedia ha cobrado hasta ahora 31 vidas y dejado 94 personas heridas, 22 en estado crítico, según reportes de la Fiscalía capitalina.

Raúl sobrevivió, pero la pérdida lo golpea con fuerza: al menos 12 de sus amigos murieron en la explosión, detalló.

“Varios amigos míos quedaron aquí, fueron como 10 ó 12… más que nada comíamos juntos. Lo que comían ellos, comía yo”, dice con tristeza.

Hoy, confiesa que comer en soledad se ha convertido en un recordatorio doloroso: “Siento tristeza… luego estoy comiendo y me acuerdo de ellos, que comíamos diario juntos”.

Raúl y la memoria de quienes no pudieron sobrevivir

Raúl no es el único rostro de esta tragedia. Laura Lorena Barrera de la Torre y Gilberto Aarón León Méndez, también habitantes del bajo puente, fueron identificados tras días de incertidumbre. La localización de sus familias se complicó debido a la precariedad en la que vivían.

Laura estuvo hospitalizada en el Hospital Magdalena de las Salinas hasta que se logró dar con su familia en Jalisco. En el caso de Gilberto Aarón, la identificación fue posible gracias a la comparación de huellas con registros penitenciarios, ya que no tenía ropa ni dientes, lo que hizo más difícil reconocerlo.

La historia de Raúl es distinta: él sobrevivió. Pero esa supervivencia lo enfrenta ahora a una ausencia insoportable. El puente en reparación, agrietado por la onda expansiva, es para él un recordatorio de que el azar decidió su destino.

Una herida abierta en Iztapalapa

A un mes de la explosión, Iztapalapa sigue enlutada. Las reparaciones están en proceso, pero las cicatrices emocionales permanecerán mucho más tiempo. La de Raúl Moctezuma es una historia de supervivencia, casi un milagro, pero también de duelo: perdió a su comunidad, a sus amigos y a su vida cotidiana.

El flamazo de la pipa de gas en Iztapalapa no solo dejó números fríos en las estadísticas: dejó vacíos irreparables en quienes, como Raúl, hoy viven con el peso de haber sobrevivido.

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