El punto ciego de las cámaras: la clave en la desaparición de Kimberly Moya que da pista del modus operandi de una célula

Metzli Escalante 31 octubre, 2025

Un fenómeno más amplio: los “puntos ciegos” en México se triplicaron en la última década

 ©Elaboración propia. - Kimberly Hilary Moya González.

La desaparición de Kimberly Hilary Moya González, estudiante del CCH Naucalpan de apenas 16 años, podría tener un patrón detrás. Su caso ha revelado una falla estructural en el sistema de videovigilancia del Estado de México y, a la vez, una pista sobre el posible modus operandi de una célula delictiva que opera en puntos ciegos conocidos.

Un punto ciego que cambió todo

Kimberly Moya desapareció el 2 de octubre de 2025, cuando salió de su casa en la colonia San Rafael Chamapa para sacar copias de una tarea escolar. Su recorrido, aparentemente rutinario, quedó registrado parcialmente por cámaras del C5. Sin embargo, en el momento crucial, la tecnología falló.

Una cámara la captó caminando frente al mercado y luego por el sitio de taxis, antes de iniciar la subida hacia su casa. A las 16:18 horas, la imagen se corta. Kimberly se pierde entre los árboles y el ángulo muerto de una cámara estatal.

Justo en ese punto —frente a una casa color naranja—, un hombre la habría interceptado. Pero la cámara que debía registrar ese instante no lo hizo: unas ramas cubrían el lente.

Esa obstrucción, provocada por el follaje de un árbol denso frente al poste de vigilancia, bloqueó la evidencia clave. Lo que podría parecer una falla menor hoy representa el vacío más doloroso del caso: el instante en que una joven desaparece y la tecnología no ve.

“No fueron solo dos”: el abogado habla de una célula con modus operandi

El abogado Jairo Ocampo, representante legal de los padres de Kimberly, aseguró que la desaparición no puede atribuirse únicamente a los dos detenidos, Gabriel Rafael "N" y Paulo Alberto "N", actualmente vinculados a proceso.

“Creemos que se tiene que investigar el círculo cercano de Gabriel Rafael "N" y Paulo Alberto "N", los dos vinculados a proceso, pensamos que no solo son dos responsables sino que hay una célula que tiene un modus operandi porque la joven desaparece precisamente en un punto ciego, donde no servían o no había cámaras y ellos lo sabían”, señaló Ocampo.

De acuerdo con la Fiscalía del Estado de México, Gabriel Rafael "N" habría interceptado a la joven y la condujo hacia un Volkswagen manejado por Paulo Alberto "N". Sin embargo, la familia teme que existan más implicados que conocían perfectamente la ubicación de los puntos sin cámaras.

“Mi hija no se perdió, se la llevaron”

En conferencia de prensa el 29 de octubre, Jaqueline González, madre de Kimberly, exigió ampliar la investigación y criticó la falta de colaboración de Caminos y Puentes Federales (CAPUFE), que no ha entregado información relevante. Además, acusa que los detenidos podrían formar parte de una secta, parte del Espiritualismo Trinitario Mariano.

El principal sospechoso, Gabriel Rafael “N”, de 57 años, habría sostenido llamadas durante tres horas con un número registrado como templo de una secta espiritista el mismo día de la desaparición.

Además, a principios de octubre reveló un detalle alarmante:

“Tenemos dos personas que lo identifican, que pudieron ser víctimas de este sujeto; que exactamente a la misma hora, con desfases de minutos, este tipo les insiste, las invita a trabajar cuando las encuentra solas en puntos ciegos, donde prácticamente no hay visibilidad, y les ofrece 300 pesos por una hora de trabajo”.

Ambas coincidieron en que fueron abordadas a la misma hora y bajo el mismo patrón: hombres que se acercan a mujeres jóvenes en zonas poco vigiladas, ofreciéndoles dinero por trabajos temporales.

Una falla estructural: tecnología sin mantenimiento

El caso de Kimberly pone en evidencia una paradoja dolorosa: el Estado presume tener uno de los sistemas de videovigilancia más avanzados de América Latina, pero sin mantenimiento ni verificación técnica, las cámaras se convierten en simples adornos metálicos.

El lugar donde desapareció la joven cuenta con cámaras del C5, luminarias LED y una caja de conectividad, pero ninguna registró el momento del rapto. Unas simples ramas anularon la función de todo un sistema que debía protegerla.

La ausencia de una imagen no es un error técnico menor, es una omisión institucional que podría costar una vida.

Un fenómeno más amplio: los “puntos ciegos” en México

La historia de Kimberly Moya no es un caso aislado. De acuerdo con datos oficiales, en la última década se triplicaron los “puntos ciegos” —zonas donde las autoridades no llegan o no vigilan— en la frontera sur del país.

Gobiernos de Guatemala y Belice tienen identificados más de 300 cruces irregulares a lo largo de los 1,240 kilómetros de frontera con México. Por esos pasos clandestinos circulan migrantes, drogas y armas, bajo control de cárteles como Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG).

El MAPA

El exjefe antinarcóticos guatemalteco, Helver Belteton, explicó que “del lado mexicano existen decenas de bodegas donde se almacena mercancía ilícita y se cruzan contrabandos hacia Guatemala y Belice”.

El especialista en migración y seguridad Javier Urbano agrega que la frontera sur mexicana es una selva, lo que dificulta el control. “A diferencia del norte, donde hay desierto y muro, aquí hay vegetación densa y baja densidad poblacional. Eso la vuelve más porosa y peligrosa”, afirma.

Los puntos ciegos, en esta parte de la frontera, se concentran en las laderas del Río Hondo. Se utiliza el caudal para traficar con migrantes y mercancías. “Aprovechan los sembradíos de caña de azúcar que dificultan la visibilidad”, afirman.

La sombra que lo cubre todo

El caso de Kimberly y los puntos ciegos en la frontera comparten un mismo patrón: la invisibilidad. En ambos, el crimen se mueve donde las cámaras, los radares o la voluntad política no alcanzan.

Mientras la familia de Kimberly sigue buscando respuestas, su historia se ha convertido en símbolo de una verdad incómoda: en México, incluso bajo la mirada de miles de cámaras, las mujeres siguen desapareciendo.

“Exigimos que revisen cada cámara, cada ángulo, cada árbol. Porque detrás de esas ramas puede estar la clave para encontrar a mi hija”, dice Jaqueline, con voz firme.

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