Revelan cómo fue la última charla de Kimberly Moya con su mamá: La coincidencia un día antes de su rapto

Metzli Escalante 24 octubre, 2025

La última conversación EN PERSONA de Kimberly Hilary Moya González con su madre, Jaqueline, antes de desaparecer

 ©Especial. - Kimberly Hilary Moya González.

“Todos me preguntan por qué no la cuidé, pero ese día fui a trabajar. Soy mamá soltera”, dice entre lágrimas Berenice Jaqueline González, madre de Kimberly Hilary Moya González. Desde el primer minuto, encabezó la búsqueda de su hija, tocando puertas de instituciones, marchando junto al colectivo Hasta Encontrarte, y exigiendo respuestas en cada asamblea.

“Si nosotras no presionamos, ni siquiera tendríamos la primera hoja de la carpeta de investigación”, denuncia con indignación. A su alrededor, decenas de madres la escuchan. Todas sostienen las fotos de sus hijas desaparecidas, todas saben lo que significa ese silencio del Estado.

 ©Captura de pantalla. - Jaqueline González.

“Solo iba por unas copias y un helado”

A las 15:50 horas, un amigo avisó a Jaqueline que Kimberly había salido de casa para imprimir unas copias y comprar un helado. Estaba a solo unos minutos de regresar, pero nunca volvió.

Solo fueron 15 minutos. Compró un helado y desapareció. Un sujeto la miró… y desde ahí, no sabemos nada, relata su madre, quien desde entonces vive entre la esperanza y el miedo.

Las cámaras de seguridad captaron parte de su trayecto por la calle Filomeno Mata, en Naucalpan, Estado de México. Pero la imagen se corta justo cuando la joven pasa detrás de un árbol. Ese ángulo cubierto por la maleza se volvió el símbolo de la incertidumbre: el último segundo en que se le vio.

“Se están llevando a nuestros hijos por maldad”

En cada reunión, Jaqueline repite una frase que se ha vuelto eco de muchas otras voces:
Se están llevando a nuestros hijos por maldad, y la sociedad guarda silencio”.

Kimberly forma parte de las miles de personas desaparecidas en México. Su madre ha convertido su dolor en fuerza. Entre las búsquedas, las audiencias y los días interminables, Berenice confiesa que su fe es lo único que la sostiene:

Dios es quien nos ha mantenido de pie. Si no fuera por Él, estaría en un psiquiátrico”.

La última conversación en persona de Kimberly con su madre

Berenice Jaqueline González recuerda ese momento con voz entrecortada. Su hija, Kimberly Hilary Moya González, estudiante del CCH Naucalpan de 16 años, había estado investigando la Matanza de Tlatelolco para una tarea escolar. No imaginaba que ese mismo día, 2 de octubre de 2025, su propia historia se convertiría en otra fecha que tampoco se olvida.

La última vez que tuvieron una conversación profunda, Kimberly le dijo a su madre una frase que hoy resuena con dolor:

“Justamente, el 1 de octubre, me decía: ‘Mami, el 2 de octubre no se olvida’, porque estaba viendo una tarea justamente de haber asesinado a todos los estudiantes. Y me lo dijo así: ‘Mamita, el 2 de octubre no se olvida, ¿verdad?’. Le dije: ‘no, mi amor’”.

Jaqueline González compartió que los jóvenes son espíritus guerreros, fuertes, alentadores. Y en una desafortunada coincidencia, el 2 de octubre se llevaron a su hija.

El último mensaje

Poco antes de desaparecer, Kimberly envió un mensaje a su mamá:
“Mami, te extraño mucho. Íbamos a ver Netflix.”

Berenice le respondió con ternura:
“Sí, mi amor, ahorita lo vuelvo a conectar.”

Minutos después, el chat se quedó en silencio. Desde ese instante, Berenice no ha dejado de buscarla.

Los detenidos y el proceso judicial

Hasta ahora, dos hombres —Gabriel Rafael “N”, de 57 años, y Paulo Alberto “N”, de 36— enfrentan un proceso de vinculación por la desaparición de Kimberly.

“Yo no tengo odio. Sus actos son los que los van a culpar”, dice con serenidad. “Lo único que quiero es encontrar a mi hija”.

Un eco que no se apaga

El caso de Kimberly Moya ha sacudido a Naucalpan y a todo el país. Su historia no solo revela la violencia estructural que enfrentan las adolescentes mexicanas, sino también el abandono institucional que deja a las familias solas ante la desesperación.

Cada vez que Jaqueline recuerda su última conversación, su voz se quiebra, pero su mirada no pierde fuerza:

“Yo no puedo derrumbarme, el amor me mantiene en pie”.

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