Stalker: la mítica película de culto que mató a su director

En 1979, el director ruso Andrei Tarkovski estrenó su quinto largometraje, "Stalker", una obra de ciencia ficción completamente alejada del tono convencional de las cintas norteamericanas sobre alienígenas y robots. Estas películas, que predominaban en el cine de la época, parecían dejar de lado cualquier incógnita existencial acerca de la vida.

Sin desmerecer el legado de cineastas como James Cameron o George Lucas, Tarkovski apostó por una fórmula más introspectiva y menos convencional, analizando el género desde un punto de vista existencial, uno que conectaba con los deseos más profundos de la humanidad.

Tarkovski, más que un cineasta, podría considerarse un poeta de la imagen, comprometido con la creación de imágenes en movimiento, ya fueran oníricas o profundamente severas. Sin embargo, nadie esperaba que su dedicación a Stalker le costara la vida.

Una producción catastrófica

En primera instancia, la producción fue un desastre. Tarkovski comenzó a filmar en 1977, consumiendo casi todo el presupuesto destinado a la película. El cinematógrafo responsable de esta etapa fue Georgi Rerberg, con quien Tarkovski ya había trabajado en "El espejo". Sin embargo, durante las grabaciones, algo salió mal: la película quedó subexpuesta, demasiado oscura para ser vista. Esto llevó a la productora Mosfilm a cancelar el proyecto.

Tarkovski, lejos de rendirse, decidió dividir la película en dos partes y financiar la segunda para tapar los huecos de la primera. A pesar de este esfuerzo, enfrentó problemas con los dos directores de fotografía posteriores, lo que tensó aún más la producción. En 1978, el director sufrió incluso un paro cardíaco debido al estrés.

Un rodaje peligroso

Stalker fue filmada en Estonia, en una zona postindustrial y postnuclear, con escenas clave rodadas en una central hidroeléctrica abandonada cerca del río Jägala, cerca de Tallin. Durante el rodaje, varios técnicos desarrollaron reacciones alérgicas debido a la exposición a químicos presentes en el lugar.

Tres años después de completar la película, uno de los actores, Anatoli Solonitsin —quien interpretaba al escritor en la historia—, murió de cáncer de pulmón. En 1986, Tarkovski también falleció de la misma enfermedad. Años más tarde, en 1998, Larisa Tarkovskaya, esposa y asistente de dirección del cineasta, murió por cáncer en París. Aunque no se ha confirmado qué provocó estas enfermedades, las coincidencias son difíciles de ignorar.

Un legado eterno

Stalker quedó en la historia como una de las películas más influyentes del cine. Su profunda trama, dirección excepcional e interpretaciones magistrales han inspirado a cientos de artistas, entre ellos Björk, Tilda Swinton y Jim Jarmusch.

Es irónico pensar que una de las obras más aclamadas de Tarkovski también pudo haber sido su verdugo. Sin embargo, como él mismo demostró, el cine es un arte en el que uno deja el cuerpo y el alma, algo que Tarkovski hizo hasta sus últimas consecuencias.