¿Por qué la Época de Oro del Cine Mexicano perjudicó a la industria nacional?

Héctor Velázquez 12 enero, 2025

Esta época es recordada con cariño por muchos mexicanos, sin embargo, tiene un lado agridulce

 ©Cultura UNAM - Allá en el rancho grande. 1936.

La Época de Oro del Cine Mexicano es uno de los periodos cinematográficos más icónicos y recordados en el país, caracterizado por las famosas estrellas que protagonizaron cientos de películas y los talentosos cineastas detrás de estas producciones.

Nombres como María Félix, Dolores del Río, Pedro Infante o Jorge Negrete evocan imágenes que todo mexicano ha visto alguna vez, ya sea en una comedia de Cantinflas o en los dramas de Emilio “El Indio” Fernández.

Este auge comenzó en 1936 con la filmación de Allá en el Rancho Grande, dirigida por Fernando de Fuentes, marcando el inicio de una era caracterizada por una identidad definida: sombreros de charro, caballos, música regional y tramas de amor y orgullo. Sin embargo, aunque la época es recordada con cariño, también provocó que el cine nacional quedara estancado en una fórmula repetitiva por muchos años.

La miseria del cine mexicano

El Cine de Oro innovó en su momento, pero se transformó en una máquina recicladora, enfocada en mantener los bolsillos llenos de las mismas estrellas de siempre, lo que dificultó la entrada de nuevos cineastas e ideas frescas. Este fenómeno, conocido como el Star System mexicano, bloqueó oportunidades para otros talentos.

Además, la creación de sindicatos fortaleció las garantías laborales, pero también limitó el acceso de nuevos creativos. Por ejemplo, Los Olvidados, dirigida por Luis Buñuel, estuvo a punto de no ver la luz porque Jorge Negrete consideraba que la película proyectaba una imagen negativa de México.

Esta resistencia a nuevas perspectivas consolidó una visión limitada y superficial de México, una problemática que ha afectado las narrativas nacionales hasta la actualidad.

La parábola del rico y el pobre

El cine es un negocio y, como tal, busca vender. En el caso del cine mexicano, esto significó perpetuar una premisa simple pero efectiva: la fantasía de la riqueza.

Una de las narrativas más recurrentes es la del hombre humilde que se enamora de una mujer rica o viceversa. Este tropo, presente en películas de Pedro Infante, telenovelas y producciones actuales, sigue siendo popular porque conecta con los deseos de los espectadores.

El cine nacional ofrece una visión aspiracional, donde el amor y el dinero están al alcance, aunque sea solo en la pantalla. Esta dinámica, profundamente clasista, refleja la percepción superficial que muchos productores privilegiados tienen de las vidas de las personas menos favorecidas.

En el caso del Charro, figura emblemática del Cine de Oro, siempre se le retrata como un hacendado poderoso. Si un peón aparece en las historias, su objetivo es ascender socialmente, ya sea por amor o por ambición.

Un cambio tardío

Estas problemáticas causaron un estancamiento en la industria, que no comenzó a renovarse hasta los años 60 con cineastas como Felipe Cazals o Arturo Ripstein, quienes introdujeron nuevas narrativas y estilos.

Aunque la Época de Oro llevó al cine mexicano a un lugar destacado en el mundo y estableció una industria sólida, también frenó su desarrollo por décadas, limitando la innovación y la creación de un ambiente propicio para una producción cinematográfica diversa y moderna.