Lo que apunta a una red y secta familiar ante el rapto de Kimberly Moya: las dudas que rodean a la familia de Gabriel
"La mayoría de su familia está relacionada": Las acusaciones de Berenice Jaqueline González sobre crimen organizado
El caso de Kimberly Hilary Moya González, estudiante del CCH Naucalpan desaparecida el 2 de octubre en Naucalpan, Estado de México, ha dado un giro inquietante. A más de un mes sin respuestas, su madre, Berenice Jaqueline González, reveló en entrevista exclusiva con GuillermoOrtega.com más detalles que apuntan a una posible secta religiosa familiar ligada a los dos hombres detenidos por la desaparición de su hija:
Gabriel Rafael “N”, de 57 años, y Paulo Alberto “N”, de 36, ambos vinculados a proceso como coautores funcionales.
Kimberly, de 16 años, salió de casa y no ha regresado. Desde entonces, su madre recorre fiscalías, busca cámaras, revisa expedientes, exige justicia. Y ahora, pide que la Fiscalía General de la República atraiga el caso, pues asegura que lo descubierto va más allá de una desaparición.
“No es un templo normal”: la sospecha que abre una línea oscura
Tras varios cateos en propiedades de los acusados, familiares y autoridades hallaron:
Símbolos presuntamente asociados a prácticas sectarias
Objetos enterrados, incluyendo ropa infantil, juguetes y peluches
Manchas hemáticas en colchones, pisos y botas
Un templo en el que Gabriel Rafael “N” aparece como “Ministro de Culto”
Registros donde la madre del imputado figura como titular del templo
Para Berenice no hay duda de que estos hallazgos están conectados:
“No es un templo normal, es un templo de secta. Los símbolos se repiten en todos los predios. Eso no es casualidad".
Una familia bajo sospecha
La madre de Kimberly insiste en que no se trata de dos individuos actuando solos. Sospecha de una estructura más amplia, con varios miembros de la misma familia vinculados al templo y a prácticas que describe como ritualistas.
"Él está registrado como Ministro de Culto, así dice. Está registrado legalmente junto con más familia. Y así lo dice el título. Yo digo ‘cada quién’, pero no es normal. La mayoría de su familia está relacionada. El templo está a nombre de uno de sus familiares, ellos son parte. Es complicado, y entre esto (la desaparición) hay comunicación con ese templo. Ya a estas alturas yo no puedo descargar absolutamente nada".
Aunque Jaqueline dice respetar la libertad religiosa, asegura que lo encontrado no corresponde a una práctica común:
“Lo que pasa es que no son usuales en la casa, en el templo, en los lugares… Yo decía ‘cada quién profesa su fe’, y eso es algo que yo respeto bastante, en todas las personas, pero esto no es normal”.
Posible vínculo con crimen organizado
La madre no descarta que haya más personas involucradas e incluso un vehículo adicional en el momento de la desaparición. Por ello exige apoyo federal y una investigación profunda, sin omisiones:
“Las autoridades trabajan todas las líneas. Esto del templo no lo dejan a un lado, también lo están trabajando. Están viendo si hubo otro vehículo involucrado, porque tuvo que haber otra persona y si hay muchas más. Por eso nosotros habíamos pedido apoyo, porque todo indica que es parte del crimen organizado”.
Una madre que no se detiene
El caso de Kimberly no es solo un expediente: es la lucha de una madre que enfrenta estructuras de poder, silencios y sospechas de rituales. Es también un grito para que las desapariciones de niñas y adolescentes no se minimicen ni se atiendan tarde.
Cada día sin Kimberly es una nueva búsqueda, una puerta tocada, un expediente revisado. Y ahora, una petición urgente: que el Estado mexicano mire este caso a la cara y actúe antes de que sea demasiado tarde.
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