"Un rumor casi destruye mi vida”: El caso de Jesús y el alto costo de ser maestro hoy

Alejandra Jiménez 24 julio, 2025

Jesús, profesor de educación física, fue víctima de una acusación falsa y a pesar de haber seguido todos los protocolos, su testimonio revela el miedo, la incertidumbre y la desprotección que viven miles de docentes

 ©Especial - El profesor subraya que los docentes trabajan bajo constante vigilancia y presión, sin la certeza de que los protocolos realmente los respalden en caso de conflicto.

La figura del maestro en México ha perdido respeto social, mientras gana terreno un fenómeno alarmante: las acusaciones falsas e infundadas que pueden destrozar la vida y carrera de un docente, incluso sin pruebas ni sustento legal.

Jesús, profesor de educación física en una escuela pública, relata una experiencia que lo marcó para siempre. “Fue muy fuerte. Afortunadamente no procedió, pero si alguien hubiera dicho ‘yo lo acuso’, quizás ni estaríamos platicando hoy”, afirma.

Un rumor basta para desatar una pesadilla

Todo comenzó con un comentario malinterpretado por una alumna de secundaria: “Escuchó que yo ya no iba a ir a la escuela porque había tocado a una niña. Ese día ni siquiera fui a trabajar”, relata Jesús. La versión llegó hasta la madre de la menor, quien, alarmada, se comunicó con la escuela.

La administración activó los protocolos establecidos por la autoridad educativa, pero no hubo una acusación directa ni pruebas. Aun así, el daño ya estaba hecho.

“No se resolvió en un día. Pasó tiempo. Y durante ese tiempo vives con miedo. Aunque no hiciste nada, parece que todo te señala”.

Protocolos que no garantizan protección

A pesar de haber seguido al pie de la letra los lineamientos establecidos, Jesús se sintió desprotegido e incrédulo ante un sistema que da más peso a una acusación que a la evidencia de su inocencia.

“A veces puede valer más un dicho, aunque tú hayas cumplido todos los pasos. Aunque cumplas del 1 al 10, si falta uno, se pone en duda todo tu trabajo”.

El profesor subraya que los docentes trabajan bajo constante vigilancia y presión, sin la certeza de que los protocolos realmente los respalden en caso de conflicto.

El miedo constante de enseñar

El caso de Jesús no es aislado. El gremio docente enfrenta una nueva dinámica social donde la palabra de un menor puede detonar procesos administrativos, judiciales o escarnio público.

“Hoy me siento vulnerable. Aunque hay lineamientos, no hay garantías de respaldo real”, reconoce el profesor. “Tenemos miedo, no por haber hecho algo, sino por lo que puede llegar a decirse”.

Tecnología, ¿una posible solución?

Ante estos escenarios, Jesús no descarta el uso de herramientas como cámaras de videovigilancia en los planteles. “Si se usan de manera correcta y ética, podrían protegernos”, opina. Pero advierte que su implementación debe ser cuidadosa, estructurada y con una finalidad clara de protección, no de control excesivo.

Propuestas legislativas y demandas del gremio

En respuesta a casos como el del maestro Esteban en Baja California o la maestra Tere en Querétaro, legisladores han impulsado iniciativas como la Ley Tere, que busca proteger a los docentes ante denuncias infundadas y sancionar las falsas acusaciones.

Jesús considera que el primer paso es hacer válidos los protocolos existentes y garantizar que su cumplimiento tenga valor legal. “No basta con seguirlos, hay que demostrar públicamente que se cumplieron. También se debe visibilizar lo que ocurre para evitar rumores destructivos”.

"Hoy ser maestro es una profesión de alto riesgo"

Desde la perspectiva de Jesús, el trabajo docente hoy está lleno de incertidumbre, falta de reconocimiento y una creciente desconfianza social. “Antes, ser maestro implicaba autoridad y respeto. Hoy, un comentario basta para volverte sospechoso”.

“No me da miedo enseñar. Me da miedo que un malentendido acabe con mi carrera”.

El profesor hace un llamado a las autoridades, sindicatos y padres de familia a restaurar el valor social del magisterio y construir mecanismos reales de protección. “Somos un colectivo fuerte. Pero necesitamos unirnos y cuidarnos entre nosotros”.

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