¿Masticarías hojas? CDMX tendrá la primera Feria del Libro Comestible| FOTOS
Gastronomía y letras se encuentran en San Ángel, en una propuesta que une los sentidos y el pensamiento
Entre aromas, letras y curiosidad, la capital mexicana da la bienvenida a la primera edición de la Feria del Libro Comestible, un evento que parece salido de una metáfora pero que existe —y promete despertar el apetito por la lectura y la comida mexicana.
Organizada por la librería Gallina de Guinea, la feria se celebra durante tres días en el corazón empedrado de San Ángel, al sur de la Ciudad de México, y reúne a 26 expositores de México y el mundo que mezclan la literatura con la gastronomía. La idea es sencilla, pero poderosa: acercar la cocina mexicana al público desde la palabra escrita, los sabores y la memoria.
Un festín para leer y saborear
En los estands, los visitantes pueden hojear libros sobre cocina tradicional, recetarios antiguos o crónicas culinarias que cuentan historias de pueblos, mercados y mujeres que cocinan. También pueden participar en talleres y charlas con escritores, chefs y especialistas que defienden la comida como un acto de cultura y resistencia.
“Queríamos que existiera un espacio para los libros gastronómicos hechos en México”, cuenta Andrea Arbide, una de las organizadoras, quien explica que ocho de cada diez publicaciones gastronómicas que circulan en el país son importadas. La feria, dice, es una forma de “poner el mini granito de maíz” en favor de la creación local.
La respuesta fue abrumadora: más de 40 propuestas editoriales se postularon, aunque la mitad tuvo que quedar fuera por falta de espacio.
Sabores que cruzan fronteras
Aunque México es el corazón del encuentro, la feria se abre al mundo. Desde Japón hasta Suramérica, pasando por España y Estados Unidos, las editoriales participantes demuestran que la gastronomía es un lenguaje universal.
Entre los proyectos mexicanos destaca la Fundación Hérdez, con una de las bibliotecas gastronómicas más grandes de América Latina —más de 7,400 títulos—, y la editorial michoacana Alacraña, que rescata recetas de cantinas desaparecidas de la Ciudad de México.
También está presente Off-Menú, una editorial que narra historias de restaurantes independientes de Nueva York y de agricultores de Cataluña, así como el proyecto japonés Asian Food Design, con ilustraciones de platillos típicos de Asia que parecen tan bellos como los poemas que los inspiran.
Así, entre letras que saben a mole y páginas que huelen a pan recién horneado, la Ciudad de México abre el apetito por una nueva forma de leer: con todos los sentidos.