Mujeres zapatistas vs. megaproyectos del gobierno: ¿Qué está en juego en Chiapas?
Cómo enfrentan las mujeres zapatistas el impacto de las políticas gubernamentales
El papel de las mujeres zapatistas en la resistencia al modelo de desarrollo neoliberal ha sido clave dentro del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y su lucha por la autonomía indígena. Desde la creación de la Ley Revolucionaria de Mujeres en 1993, ellas han liderado esfuerzos por garantizar derechos fundamentales en sus comunidades y combatir las opresiones de género, racismo y colonialismo.
La lucha feminista zapatista: Más allá del patriarcado
Según Márgara Millán Moncayo, doctora en Antropología y académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el zapatismo impulsó una crítica integral al modelo de modernidad al situar en el centro la participación femenina. Este enfoque ha sido esencial para replantear las dinámicas sociales en las comunidades indígenas.
La activista mixe Yásnaya Elena Aguilar Gil destaca que, incluso antes de que el feminismo resurgiera como un tema central en la agenda pública, las zapatistas ya habían tomado medidas para combatir la violencia y opresión hacia las mujeres indígenas. Estas acciones son una lección sobre cómo las luchas antipatriarcales, antirracistas y anticapitalistas deben converger.
Resistencia a los megaproyectos: El Tren Maya y más
El gobierno mexicano ha promovido megaproyectos como el Tren Maya, presentándolos como motores de desarrollo. Sin embargo, las comunidades zapatistas consideran que estas iniciativas amenazan su autonomía territorial, su cultura y sus ecosistemas. Las mujeres zapatistas han liderado esta resistencia debido a su papel central en la defensa de la tierra y los recursos naturales.
Los megaproyectos gubernamentales en Chiapas:
El Tren Maya: Un proyecto ferroviario que busca conectar el sureste de México con fines turísticos y comerciales.
Proyectos energéticos y extractivistas: Construcción de hidroeléctricas, explotación minera y desarrollo de infraestructura energética.
Agronegocios y programas como Sembrando Vida: Enfocados en transformar la producción agrícola, pero percibidos como una estrategia para imponer el control del gobierno sobre las comunidades.
Entre los principales riesgos que enfrentan destacan:
Pérdida de territorio y cultura: Los megaproyectos implican despojo de tierras ancestrales, destrucción de sitios sagrados y la imposición de valores externos.
Militarización y violencia: Esto genera un ambiente de inseguridad, donde las mujeres enfrentan mayor riesgo de violencia de género y hostigamiento.
Impactos ambientales: La construcción de infraestructura pone en peligro los ecosistemas locales, fundamentales para la vida y sustento de las comunidades.
Logros y estrategias de las mujeres zapatistas
A pesar de las adversidades, las zapatistas han impulsado modelos alternativos de vida que incluyen:
Educación y salud comunitaria: Sistemas autónomos que no dependen del Estado.
Participación política: Espacios exclusivos para mujeres donde redefinen su papel en la sociedad y en la resistencia.
Producción sostenible: Proyectos agrícolas y económicos que garantizan la autosuficiencia.
Movilización política: Organizan foros y encuentros internacionales para denunciar el impacto de las políticas gubernamentales y compartir sus experiencias de autonomía.
Alianzas con movimientos sociales: Colaboran con otros grupos indígenas, feministas y ambientalistas para resistir políticas extractivistas y de despojo.
Estas iniciativas no solo fortalecen su autonomía, sino que también se convierten en un ejemplo de resistencia global frente al extractivismo y el capitalismo neoliberal.
Un conflicto más allá de Chiapas
La relación entre las mujeres zapatistas y el gobierno de México está marcada por tensiones históricas. Desde el incumplimiento de los Acuerdos de San Andrés en 1996 hasta la implementación de programas asistenciales que buscan debilitar la autonomía indígena, el conflicto refleja una lucha de modelos de desarrollo: uno basado en la autonomía y la vida comunitaria, y otro enfocado en la explotación de recursos para el mercado global.
Impacto en la autonomía indígena
Interferencia en la autodeterminación: Las comunidades zapatistas operan bajo un modelo de autonomía que incluye sistemas propios de gobierno, justicia, educación y salud. Las políticas gubernamentales que intentan imponer reformas o programas federales son vistas como una amenaza directa a esta independencia.
No reconocimiento legal: A pesar de los Acuerdos de San Andrés (1996), que prometieron autonomía indígena, el gobierno mexicano nunca implementó las reformas necesarias para garantizarla constitucionalmente. Esto ha perpetuado la tensión entre las comunidades y el Estado.
Invisibilización y exclusión
Políticas sin consulta: Las comunidades zapatistas han denunciado que las decisiones gubernamentales que afectan sus territorios se toman sin consulta previa, libre e informada, violando acuerdos internacionales como el Convenio 169 de la OIT.
Falta de reconocimiento político: Las zapatistas son excluidos de las discusiones nacionales e internacionales sobre derechos indígenas debido a su oposición al gobierno, lo que limita su capacidad para influir en políticas públicas.
¿Qué está en juego?
El enfrentamiento entre las mujeres zapatistas y los megaproyectos del gobierno no es solo un conflicto territorial, sino una batalla por:
La autodeterminación: El derecho a decidir cómo gestionar sus tierras y recursos.
La justicia social: Denunciar un sistema que perpetúa la exclusión y la violencia estructural.
La preservación cultural: Proteger tradiciones y formas de vida que han resistido al colonialismo y la modernidad impuesta.
Las mujeres zapatistas representan una resistencia multifacética que desafía no solo al patriarcado, sino también a las estructuras racistas y capitalistas.
Su lucha por la autonomía en Chiapas se ha convertido en un símbolo de justicia social, igualdad y preservación cultural. Frente a los megaproyectos gubernamentales, su mensaje es claro: el desarrollo no puede lograrse a costa de la vida, la dignidad y los derechos de los pueblos originarios.
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