¿Religión o secta? El trasfondo detrás de la desaparición de Kimberly Moya

Elena Martínez 30 octubre, 2025

La madre de la adolescente pide que se investiga una supuesta secta que podría estar relacionada con el caso

 ©Redes sociales. - La madre de la menor pide ayuda para dar con su paradero.

La desaparición de Kimberly Hilary Moya González, estudiante de 16 años del CCH Naucalpan, no sólo ha revelado presuntas fallas en la procuración de justicia en el Estado de México, sino también un fenómeno social inquietante: la forma en que algunos grupos espirituales pueden transformarse en estructuras de poder, donde la fe se mezcla con manipulación, coerción y, en los casos más extremos, con el crimen organizado.

La familia de Kimberly ha denunciado que los dos detenidos por su desaparición —Gabriel Rafael “N” y Paulo Alberto “N”— están vinculados al Trinitario Mariano, una organización espiritual con más de un siglo de antigüedad en México. Según la madre de la joven, Jaqueline González, su hija no fue víctima de un hecho aislado, sino de una red con componentes sectarios que utiliza la apariencia de religión para ocultar prácticas de control y violencia.

¿Qué es una religión?

Las religiones institucionalizadas, como el catolicismo, el islam o el judaísmo, operan bajo principios de doctrina, liderazgo reconocido y normas públicas de culto. Tienen textos fundacionales, jerarquías visibles y mecanismos de rendición moral y social, lo que permite distinguir entre práctica legítima y abuso.

En una religión, el creyente ejerce su fe con libertad individual, elige cuándo participar y puede abandonar el grupo sin represalias. Además, las instituciones religiosas están registradas y supervisadas por el Estado, con representantes identificables y lugares de culto oficiales.

El objetivo esencial de una religión es crear comunidad, fomentar valores morales y ofrecer acompañamiento espiritual; no imponer sumisión ni controlar las decisiones personales.

Secta: cuando la fe se convierte en manipulación

Los cultos o sectas, en cambio, suelen presentarse como movimientos espirituales alternativos que surgen al margen de las religiones tradicionales. En sus primeras etapas pueden parecer inofensivos, pero se vuelven peligrosos cuando su estructura gira en torno a la obediencia ciega hacia un líder carismático.

A diferencia de la religión, el culto no busca la fe libre, sino la lealtad absoluta. Los adeptos son aislados de su entorno familiar, su tiempo y recursos son absorbidos por el grupo, y cualquier crítica externa es considerada “traición”. En estos espacios, la espiritualidad deja de ser guía y se convierte en instrumento de dominio psicológico o económico.

El Trinitario Mariano, mencionado en el caso Kimberly, ha sido descrito por investigadores sociales como una corriente espiritualista mexicana con raíces en el siglo XIX, donde se practican sesiones de médiums y rituales de sanación. Sin embargo, la familia de la joven sostiene que algunos de sus miembros han desvirtuado ese origen, transformando el culto en un refugio para conductas criminales.