¿Qué significa la flor de cempasúchil en el Día de Muertos? La leyenda y su poder espiritual
Los mexicas consideraban esta flor sagrada, vinculándola al sol por su color
La flor de cempasúchil, símbolo del Día de Muertos en México, es conocida por su vibrante color amarillo y su profundo significado en las ofrendas.
Su nombre proviene del náhuatl "cempohualxochitl", que significa "veinte flores" o "muchas flores", destacando su uso ancestral en rituales. La palabra viene de dos sustantivos: sempôwal, que significa 20, y xôchitl, que es flor, según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Los mexicas consideraban esta flor sagrada, vinculándola al sol por su color y utilizándola para guiar a las almas de los difuntos hacia sus hogares.
Leyenda de la Flor de Cempasúchil
La leyenda cuenta la historia de amor de Xóchitl y Huitzilin, dos jóvenes aztecas enamorados desde la infancia. Ambos subían al monte para ofrecer flores a Tonatiuh, el dios del sol, quien bendijo su amor. T
ras la muerte de Huitzilin en batalla, Xóchitl imploró a Tonatiuh para reunirse con él eternamente, y el dios la transformó en una flor de cempasúchil.
En ella, un colibrí, la encarnación de Huitzilin, descendió, haciendo brillar la flor con su color amarillo. Así, la leyenda dice que el amor de ambos perdurará siempre que haya cempasúchil y colibríes.
Importancia de la Flor de Cempasúchil en el Día de Muertos
En el Día de Muertos, esta flor tiene una especial relevancia, particularmente en comunidades indígenas de regiones como la Huasteca y la Sierra Otomí-Tepehua. Se cree que el aroma intenso y el color brillante del cempasúchil marcan el camino de regreso para las almas, guiándolas hacia el altar y permitiéndoles disfrutar de las ofrendas preparadas por sus seres queridos.
Tradicionalmente, el 31 de octubre por la noche, las almas de los niños llegan y permanecen hasta el mediodía del 1 de noviembre, cuando es el turno de las ánimas adultas para visitar a sus familiares y compartir en el ritual.
Este símbolo, a la vez sagrado y natural, ilumina las festividades y representa un puente cultural entre los vivos y los muertos, una tradición que perdura y llena de color los altares de México.