Quiénes son los agustinos, la orden del nuevo Papa con 800 años de historia

Alejandra Jiménez 8 mayo, 2025

Esta comunidad religiosa de tradición mendicante tiene hoy presencia activa en más de 40 países y se caracteriza por su vocación misionera

 ©agustinos.pe - La elección de Robert Francis Prevost como Papa marca un hito inédito en la historia de la Iglesia Católica.

Con la elección de Robert Francis Prevost como nuevo Papa León XIV, la Orden de San Agustín hace historia al llegar por primera vez a la Sede de Pedro. Fundada oficialmente en 1244, esta comunidad religiosa de tradición mendicante tiene hoy presencia activa en más de 40 países y se caracteriza por su vocación misionera, vida fraterna y espiritualidad interior.

Orígenes de la Orden de San Agustín

La historia de los agustinos se remonta al siglo XII en Italia, cuando diversos movimientos eremíticos comenzaron a florecer como expresión de una vida cristiana austera y contemplativa. Entre sus inspiradores destacan Juan Bono, de Mantua, y Guillermo de Malavalle, un penitente francés que reunió comunidades a su alrededor.

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En 1243, el papa Inocencio IV convocó a estos ermitaños —excepto a los seguidores de San Guillermo— a unificarse bajo una misma regla. Así, en 1244 nació formalmente la Orden de San Agustín en un capítulo celebrado en Roma, liderado por el cardenal Ricardo Annibaldi.

Poco después, en 1256, el papa Alejandro IV amplió la orden con ermitaños de otras regiones, consolidando así a los Hermanos Ermitaños de San Agustín, una de las cuatro grandes órdenes mendicantes de la Iglesia, junto a los dominicos, franciscanos y carmelitas.

Una regla basada en comunidad, interioridad y caridad

A diferencia de otras órdenes fundadas por una figura única, los agustinos nacen del impulso eclesial y adoptan como guía espiritual la Regla de San Agustín, escrita en el siglo V. Esta se sostiene en tres pilares:

  • La vida en común (unitas)

  • La búsqueda interior de Dios

  • La caridad fraterna

Como frailes mendicantes, los agustinos no viven en clausura, sino que combinan la contemplación con la acción apostólica, sostenidos por la caridad de las comunidades a las que sirven. Esto los diferencia de los monjes, anclados a un solo monasterio, y de los clérigos diocesanos, subordinados al obispo local.

Expansión global: de Europa al continente americano

Desde sus inicios, la orden se expandió rápidamente por Italia, España, Francia y Alemania, y con la colonización europea, llegó a América Latina, Asia y África. En Estados Unidos, la presencia agustiniana comenzó en 1794, cuando el obispo John Carroll pidió refuerzos a la Iglesia irlandesa. Ese mismo año llegó a Filadelfia el primer fraile agustino, John Rosseter, seguido en 1796 por Matthew Carr, quien fundó la Provincia de Santo Tomás de Villanova, núcleo de su expansión en el noreste del país.

Durante el siglo XX surgieron nuevas provincias en el Medio Oeste, California y Canadá, fortaleciendo su red de formación, parroquias y centros educativos.

El primer Papa agustino: Robert Prevost, ahora León XIV

La elección de Robert Francis Prevost como Papa marca un hito inédito en la historia de la Iglesia Católica. Formado en la provincia agustiniana de los Estados Unidos, fue enviado como misionero a Chiclayo, Perú, donde trabajó como párroco, formador y obispo. Su cercanía con América Latina, su experiencia intercultural y su formación agustiniana lo distinguieron en la Curia.

En 2001 fue elegido superior general de la Orden, y en 2023, prefecto del Dicasterio para los Obispos, una de las oficinas más influyentes del Vaticano. Su perfil combina sensibilidad pastoral, visión internacional y una sólida formación teológica.

 ©EFE

Espiritualidad agustiniana en el mundo contemporáneo

Actualmente, los agustinos están presentes en más de 40 países, con un apostolado que abarca desde la educación hasta la pastoral social, pasando por misiones rurales y contextos urbanos complejos. Promueven la construcción de comunidades solidarias y dialogantes, especialmente en sociedades marcadas por la polarización.

Su lema, inspirado en San Agustín, es: "In Illo uno unum" (En aquel Uno, seamos uno), una invitación a la unidad espiritual en medio de la diversidad y la división global.

Una elección que rompe paradigmas

El nombramiento de León XIV rompe con la tendencia no escrita de elegir papas entre clérigos seculares o miembros de órdenes más visibles como los jesuitas o franciscanos. Por primera vez, un fraile agustino asume el timón de la Iglesia Universal, aportando una espiritualidad centrada en la interioridad, la comunidad y el compromiso misionero.

En palabras de San Agustín: “Con vosotros soy cristiano, para vosotros soy obispo”. Así comienza esta nueva etapa del pontificado, con un líder que conoce tanto el norte como el sur, tanto la Curia como las periferias.

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