Minas explosivas en Apatzingán: una crisis que deja muertos, heridos y comunidades fantasma
En las últimas semanas han muerto dos agricultores por estos aparatos explosivos usandos con frecuencia por el crimen organizado

Los caminos rurales de Apatzingán, en la región de Tierra Caliente, se han convertido en verdaderos campos minados. Grupos del crimen organizado están sembrando explosivos como parte de su lucha por el control del territorio y la extorsión a productores de limón, lo que ha provocado muertes, desplazamientos masivos y un creciente temor entre la población.
En menos de dos semanas, dos agricultores han sido víctimas de estas minas: uno murió y otro resultó herido. El caso más reciente ocurrió el martes, cuando un joven de 29 años pisó una mina mientras fumigaba una parcela en Loma de Los Hoyos. El agricultor sobrevivió gracias a que el tractor que conducía absorbió parte del impacto.
Estamos atendiendo las causas: Sheinbaum
— José Díaz (@JJDiazMachuca) April 16, 2025
Campesino gravemente herido por mina terrestre en Michoacán
En Apatzingán, Michoacán, un campesino sufrió heridas graves al pisar una mina terrestre mientras trabajaba en una parcela de limón. pic.twitter.com/gWzAPDaoRu
Dos días antes, el 2 de abril, otro campesino murió al activar una mina en Puerta de Alambre, comunidad cercana a El Alcalde y El Guayabo, dos localidades prácticamente vacías desde el 15 de marzo, cuando más de 500 personas huyeron tras un enfrentamiento entre cárteles que incluyó armas de grueso calibre, drones con explosivos y minas.
“Es el temor de todos los días: salir a la huerta y pisar una mina. Pero tenemos que trabajar para comer y mandar a los niños a la escuela”, lamentó un agricultor durante el sepelio de la víctima del 2 de abril, originario de la comunidad de Holanda.
Terror en las comunidades rurales
“A cada rato tiembla la casa por los ‘minazos’. Truena por el cerro y por las brechas para entrar y salir del pueblo”, contó una mujer de 61 años desplazada de El Alcalde a Animal Político. Ella, su esposo e hijos viven ahora en Apatzingán, aunque su esposo debe regresar cada día al huerto, arriesgando la vida.
“Ya no es seguro trabajar en el campo. Nos da terror salir”, expresó otra mujer desplazada.
El Observatorio de Seguridad Humana de Apatzingán, que comenzó a documentar el uso de minas en 2022, reporta al menos una decena de muertos, entre civiles, militares y policías, desde entonces. La situación se ha agravado en los primeros meses de 2025.
El 12 de enero, dos personas murieron calcinadas cuando su camioneta activó una mina en Las Bateas. Cuatro días después, el productor de limón y maestro rural Ramón Paz Salinas, de 69 años, murió de forma similar. Antes, el 9 de enero, un jornalero resultó herido en otro incidente en el camino de El Capire a Los Hornos. Y el 2 de enero, un elemento de la Guardia Nacional sufrió lesiones en la carretera Apatzingán–Aguililla.
La #GuerraDeCarteles en #Michoacan
— Juan José Rosales Gallegos🎙 (@JuanJoseRosales) April 5, 2025
Este viernes en #Apatzingan sepultaron a Don Fredy, otra víctima de las MINAS TERRESTRES sembradas en la #TierraCaliente
La información con #LilianaJimenez #Video pic.twitter.com/DzqvqQIc24
Mil personas atrapadas en sus comunidades
“El uso de minas se ha popularizado entre los grupos criminales en esta ‘carrera armamentista regional’, buscando igualarse en capacidad destructiva”, alertó un miembro del Observatorio.
Esta práctica no solo ha provocado muertes, también ha dejado atrapadas a cerca de mil personas en comunidades como Guanajuatillo, Holanda, El Mezquital y Los Laureles, donde la población teme salir por los caminos rurales. El miedo es tal que muchos prefieren no moverse, incluso si sus vidas corren peligro.
“Estamos mal, no podemos dormir. Cualquier ruido nos espanta, nos tiramos al suelo, nos escondemos. Vivimos traumados”, relató una mujer desplazada de El Guayabo que ahora vive con otras 10 familias en una casa en Apatzingán.
“Mi esposo tiene que ir al huerto porque dependemos de eso para comer, pero no sabemos si va a regresar”, agregó entre lágrimas.
Inacción oficial ante crisis humanitaria
Pese a la gravedad de la situación, autoridades de los tres niveles de gobierno han sido omisas. Carmen Cepeda, regidora de Apatzingán e integrante del cabildo, denunció que los desplazamientos forzados y el uso de minas no están siendo tratados con la seriedad que requieren.
“El gobierno minimiza el problema. Después del éxodo masivo del 15 de marzo, el secretario de Gobierno de Michoacán solo reconoció 15 familias desplazadas, cuando en realidad fueron más de 500 personas”, denunció Cepeda.
Sobre el uso de minas antipersona —prohibidas por tratados internacionales—, Cepeda criticó la falta de acciones concretas: “Antes, solo sabíamos de las minas por películas de guerra. Ahora, aquí mueren agricultores que solo están trabajando la tierra. Y no ha sido uno, ya van varios. Y no pasa nada”.
El uso de minas en México recuerda los peores años del conflicto colombiano, donde estos explosivos dejaron casi 10 mil víctimas entre 1958 y 2020, según el Observatorio de Memoria y Conflicto de Colombia. Pero en Michoacán, la violencia sigue avanzando sin freno, mientras las comunidades quedan abandonadas a su suerte.
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